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Find, Fix, Finish

Director: Mila Zhluktenko, Sylvain Cruiziat | Año: 2017 | Nacionalidad: Alemania

Los drones son el sueño húmedo de cualquier estratega militar. Aviones no tripulados, dirigidos a distancia por pilotos que no sufren daños pase lo que pase. Cero bajas, cero problemas. Una herramienta segura, libre de pagar el impuesto de la sangre, óptima para el espionaje y la ejecución que, además, ofrece una precisión inaudita gracias a los avances tecnológicos. Un “escalpelo”, como gustan de definirlo algunos teóricos de la estrategia militar, en contraposición a la espada. O el mazo.

Eye in the sky (2015), de Gavin Hood

La presencia creciente de los drones no sólo en el ámbito militar, también en la vida civil, se ha reflejado también en el cine, especialmente el norteamericano. La utilización de vehículos no tripulados y sus implicaciones morales han sido tratadas, de forma central, en filmes como Eye in the sky (Espías desde el cielo, Gavin Hood, 2015), e incluso ha sido una referencia tangencial en diversos filmes del Marvel Cinematic Universe. Aunque quizás el filme que propone una reflexión de mayor calado sobre esta temática sea Ender’s game (El juego de Ender, Gavin Hood, 2013), rigurosa adaptación de la extraordinaria novela de Orson Scott Card que, ya en 1985, anticipaba los riesgos y las implicaciones de deshumanizar, aunque sólo en apariencia, la defensa militar.

Find, Fix, Finish, distinguido como Mejor Cortometraje de la sección Fugas en DocumentaMadrid 2017, está construido en torno al relato de tres pilotos de drones que cuentan sus experiencias en las guerras iniciadas por Estados Unidos en Próximo Oriente. “He visto bodas y funerales. He visto una pareja haciendo el amor, en Afganistán, en el tejado. Porque era donde vivían, era donde dormían”, relata uno de los pilotos mientras la cámara, centrada en un edificio de tejado en terraza, inicia un vertiginoso descenso en espiral, simulando el recorrido de la bomba que habría podido segar la vida de sus ocupantes.

“Find, Fix, Finish”: Encontrar, fijar, terminar. Eliminar. Los drones vigilan a un coche en la oscuridad, a una persona que recorre un edificio con amplios patios circulares, a los bañistas y paseantes por una playa atestada. Siempre desde el punto de vista de los vehículos no tripulados, el que habrían de tener sus pilotos desde la pantalla de su ordenador, vemos como el encuadre se va llenando progresivamente de humanidad.

El punto culminante llega cuando el dron sobrevuela un paseo marítimo. La cámara está lo suficientemente baja para escuchar a los paseantes, para oír de fondo el sonido del mar, de las gaviotas. Pero el sol, bajo y radiante, crea un efecto singular, profundamente daliniano: las personas no son sino puntos, y es su sombra la que perfila su figura, sus movimientos, su humanidad. Hasta que una de esas sombras, una de esas hormigas, atraviesa el encuadre y la cámara, el dron, la sigue. Encontrado. Fijado.

Sigue el relato. El dron asiste a un encuentro clandestino, sobrevuela un vecindario, se precipita hacia una piscina poblada por bañistas. Pero el relato de los pilotos poco importa ya: ahora es Orson Welles, oculto tras el nombre de Harry Lime, quien habla, desde lo alto de una noria vienesa: “¿Víctimas? No seas melodramático. Mira ahí abajo: ¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros, si dejara de moverse? Si te ofreciera 20.000 dólares por cada puntito que se parara, ¿me dirías que me guardase mi dinero o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar? Y libres de impuestos, amigo. Libres de impuestos. Hoy es la única manera de ganar dinero”.

Puedes verlo durante toda esta semana, y hasta el día 14, en Cineteca Madrid, junto con el largometraje Radio Kobanî. Ambos trabajos han sido Premios del Público de DocumentaMadrid 2017. 

 

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