Todo lo que prometía en El adiós parece haberse cumplido con Les bones nenes. Clara Roquet se confirma como una excelente directora en todos los terrenos, transformando un relato a priori convencional en algo intenso y emotivo, gracias a su seguridad en los encuadres, en los detalles, en el tono o en la dirección de actores.
Animales de laboratorio que son, además, maestros cantores de la angustia contemporánea. Esta animación musical es, sin duda, uno de los triunfos incontestables del cortometraje mundial 2017, y está destinado a convertirse en un clásico.
Revelado en Locarno, este fascinante experimento combina imágenes de películas de ciencia-ficción con otras generadas por ordenador, y explora los límites de lo real en el mismo desierto de ópalo en el que se rodó Mad Max.
Uno de los testimonios más divertidos, y a la vez desesperados, de la Movida y de las huellas que dejó en sus protagonistas. Como Tesa Arranz, que relata su apasionante vida a partir de un texto escrito por Germán Pose e interpretado, a su manera, por el director de El futuro.
Algo más que la segunda parte de Cilaos. Es hora de comparar esta y La Bouche, encontrar semejanzas y diferencias entre las dos andanzas de este personaje ya mítico: La Boca.
La Palma de Oro de Cannes 2017 resultó todo un acierto. La desolación de una madre ante la desaparición de su hija, descarnada en formidables planos en los que podemos sentir cómo algo ha quedado vacío para siempre.
Un relato contado al revés. Un extraño que irrumpe en una familia estable y tambalea sus cimientos. Y además, un corto planteado y resuelto con cierta inteligencia.
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