Un año más, los Goya han llegado, han pasado y la estela de una gala para el olvido sirve de agitación en las redes sociales. El sábado pasado, 4 de febrero, las reivindicaciones justas taparon el debate de unas selecciones finalistas discutibles, donde el nivel global de los nominados ha estado por debajo de lo deseable.
En el apartado de ficción ganó Madre, de Rodrigo Sorogoyen, un eficaz cortometraje que gira en torno a una muy tensa conversación telefónica entre una madre y su hijo perdido en mitad de una lejana playa francesa, y donde destaca la actuación de Marta Nieto, a través de un plano casi secuencia que sin duda ata al espectador a la historia. Sin embargo, ya hemos contado anteriormente en Cortosfera que el final adolece de una improbabilidad que acaba decepcionando, aunque la Academia, posiblemente ante la ausencia de trabajos de calidad superior en la final, ha opinado de otra forma.
Cuestión distinta es la cinta Los desheredados, de Laura Ferrés, que la pasada primavera fue Corto del Mes en Cortosfera. El pasado sábado se llevó el premio en el apartado de Mejor Corto Documental con un docudrama familiar que combina humor, candidez, drama y cierta denuncia de un modo inteligente y conmovedor. Y aunque no es una obra redonda, transmite tanto y está tan bien hecha que era previsible que ganara de un modo muy merecido.
Y, finalmente, Woody and Woody, de Jaume Carrió, ganador en el apartado de animación. Una cinta que rinde homenaje a Woody Allen pero que solo entusiasmará a los muy amantes del director y sus temas recurrentes en su filmografía. Al menos, antes de sus devaneos por Europa. Un homenaje simpático pero que tampoco aquí deja claro que la obra ganadora sea la mejor en cuanto a calidad técnica y argumental que se ha realizado en España el año pasado.
All comments (0)