El Premio de la Juventud, Binnu ka Sapna de Kanu Behl (India) es el único que aborda el tema del Padre desde un punto de vista psicológico y no político, y sus resultados son de lo más atractivo. Behl nos cuenta la eterna y siempre bella historia de la herencia: un joven teme heredar el carácter inseguro, celoso y arrebatado de su padre en relación con las mujeres, y aunque durante un tiempo todo parece discurrir amablemente, el ADN acabará haciendo estragos. Binnu ka Sapna es uno de esos trabajos que cuentan lo mismo de siempre pero intentan contarlo de una manera nueva, haciendo continuos experimentos con el lenguaje. Unos le salen mejor que otros, pero el conjunto derrocha la frescura de alguien que no tiene miedo a jugar con la cámara y el montaje, y que tampoco se olvida de que todos esos juegos deben desembocar en un sólido retrato de un personaje atormentado por sus genes traicioneros.
Un Corto del Año y otros títulos
Clermont-Ferrand supuso el éxito arrollador de Leoforos Patision de Thanasis Neofotistos (Grecia), estrenado en Venecia 2018 y aquí nada menos que Premio Especial del Jurado, Premio Canal + y Nominación al Mejor Cortometraje Europeo. No hay duda de que estamos ante uno de los títulos del momento, y en un futuro próximo Cortosfera le dedicará el espacio que merece. De momento, llamemos la atención sobre un hecho de lo más curioso: Patision parte de un planteamiento idéntico al nominado al Oscar Madre de Rodrigo Sorogoyen. Nuevamente se trata de la glorificación de la figura de una madre, seguida en plano secuencia a lo largo de una conversación telefónica en la que descubre que su hijo está solo en casa, y en una situación de desamparo. Pero qué diferencia entre Leoforos Patision y Madre. No se trata de restarle méritos al corto de Sorogoyen, es que hay gigantes contra los cuales no se puede competir.
La Avenida Patision es una de las más importantes de Atenas, es como decir Las Ramblas de Barcelona o la Gran Vía de Madrid. Ahora imagínense que un cineasta quiere rodar un corto en las Ramblas, y que el Ayuntamiento pone toda la calle a su entera disposición. Toda. Así, la sola existencia de Leoforos Patision es estremecedora, porque a través de ella podemos hacernos una idea del ruinoso estado de la Atenas actual. Pero es que además Neofotistos ha sabido aprovechar la situación al máximo: su seguimiento `steady’ en mano de esa madre, cuya desesperación nunca advertimos directamente ya que siempre es retratada de espaldas, se complementa a las mil maravillas con la Atenas desolada que va emergiendo a lo largo de la Avenida, de tal modo que el caos colectivo parece la plasmación exterior del caos individual de una madre fuera de sí. Caos registrado con el carisma y la potencia cinematográfica de un serio aspirante a clásico.
El brillo intenso de Leoforos Patision no resta el más mínimo valor a buena parte de los títulos citados y a otros como Desecho de Julio O. Ramos (Perú-EEUU), la otra Mención Especial del Jurado. De entrada el cine de Ramos inspira la mayor de las simpatías, ya que desde los tiempos de Detrás del espejo (2012) se ha esmerado en trazar una radiografía de las miserias del Perú a partir de sólidos relatos inspirados en la mejor narrativa negra. Desecho es el mejor de todos, concebido a partir de tensos planos-secuencia que (per)siguen a un capataz enfrentado a un fatal accidente laboral en plena obra clandestina. La dignidad del personaje será puesta a prueba en una situación única que llega a cobrar una irrespirable densidad, muy bien apoyada por el desconcertante bandeo de la cámara, la dolorosa fisicidad de las imágenes y la excelente, implicada interpretación del mexicano Tenoch Huerta.

Desecho, de Julio O. Ramos
El Palmarés se completa con tres galardones a animaciones: Premio a la Mejor Animación para el magnífico ‘documation’ Tracing Addai de Esther Niemeier (Alemania), que aborda el tema de ISIS desde una perspectiva distinta a la de Brotherhood, con resultados aún más ricos, complejos y emocionantes. No nos extendemos sobre este sensacional trabajo porque ya lo hicimos en la reseña de Zinebi 2018, lo cual no obsta para reiterar nuestra recomendación absoluta. Quedan el Premio Breves Digitales a Ceva de Paul Muresan (Rumanía-República Checa), del cual este limitado cronista solo puede decir que no entendió absolutamente nada, aunque eso no significa que a otros espectadores no pueda parecerles una obra deliciosa; y el Premio a los Mejores Efectos Visuales Algorítmicos a Twenty one points de Pete Circuitt (Nueva Zelanda), muy simpática comedia sobre un treintón que sigue viviendo con su madre y su destrozón amigo invisible. Bastante ingeniosa y divertida en líneas generales, sería impensable encontrarla a concurso en Cannes y acólitos varios. Para ellos esto no es cultura. Para Clermont, afortunadamente, sí.
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