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La ciutat tipogràfica

Director: Igone Arreitunandia, Aitor Gametxo, Sabrina Grajales y Marina Thomé | Año: 2012 | Nacionalidad: España

Realizar un cortometraje entre cuatro directores no suele ser una empresa nada fácil. La estrecha duración de la película pone difícil la expresión de las distintas individualidades y las concesiones pueden mermar la intensidad de la idea. Es necesario por tanto tener las ideas bastante bien meditadas y al mismo tiempo la mente abierta, sin perder nunca el foco de lo que se pretende contar. Dicho todo esto, hay que destacar que La ciutat tipogràfica sale muy bien parado del trance, sorteando la dificultad añadida de estar ante un ejercicio muy personal de semiótica de la tipografía. Pero que nadie se asuste. La mayor virtud de esta película, una de las más sorprendentes del pasado festival Alcances de Cádiz, es su carácter lúdico.

La ciutat tipogràfica es ante todo un juego. Un juego en que se propone al espectador mirar las distintas tipografías que inundan las ciudades, aislarlas, penetrar en la singularidad de cada letra y estilo, pensar cuáles son los sentimientos y pensamientos que tenemos asociados a ellas. Buscar su identidad y la manera en que esa identidad construye la nuestra. O como dice la narradora, buscar qué tipografia nos identifica.

Pasado el primer nivel. Conocidas las reglas, Igone Arreitunandia, Aitor Gametxo, Sabrina Grajales y Marina Thomé (alumnos del Máster de Documental de la Autónoma de Barcelona) nos llevan de cacería tipográfica por la ciudad entre divagaciones poéticas y juegos de imágenes. Seguimos jugando: buscando de forma casi infantil personas que remiten a letras; buscando contrastes; buscando letras construidas por el entorno; adentrándonos en una aventura por los pasadizos perdidos del tiempo, donde las tipografías tenían significados ya casi desvanecidos en la memoria; o investigando como detectives por qué esta tienda se llama como se llama, o quién pintó el cartel de ahí fuera…

Salir de la narración en off en primera persona, que domina buena parte del corto, es un gran acierto. Da cambios de tono muy adecuados, que al introducir otros puntos de vista acentúan la idea de salir del discurso principal, variando el registro evitando ser monocorde, pero sin dejar nunca de lado las ideas de indagación y aventura que motivan esta pieza. Además los personajes que la narradora se encuentra en el viaje son maravillosamente entrañables.

Otra dificultad que sortean los directores con habilidad es la de dar un final a la película. Durante todo el tiempo hemos seguido un enigmático juego que nos ha ido atrapando poco a poco, a medida que la narración nos aportaba las claves para interpretar cada nivel nuevo. Pero en este recorrido azaroso y caótico, el juego se ha ido haciendo más abstracto, al tiempo que la verdadera búsqueda, la búsqueda principal, la de la propia identidad, también va dejando resultados más y más difusos. En una bella conclusión, la narradora se pierde completamente en un universo donde todo remite a tipografías, donde todo significa y dota de significado. Donde al final los signos se disuelven.

Del entusiasmo anterior podría pensarse que La ciutat tipogràfica es el cortometraje definitivo. No. No lo es. Ni tampoco creo que sus autores se lo hayan planteado así. Tiene sus defectos y algún momento puede resultar reiterativo o desajustado. Pero el conjunto sale muy favorecido en las valoraciones y quien se deje arrastrar por su propuesta lo encontrará muy disfrutable. Un ensayo fílmico que nos quiere ayudar a pensar las imágenes de otra manera, a pensar en otras imágenes, y también a que nos divirtamos con ellas.

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