Mi madre me recuerda cómo acompañaba a mi abuelo a la fragua para afilar el arado muy temprano en las mañanas y tenerlo así listo en la labranza. Ella era una niña entonces y sesenta años después, con no poco esfuerzo, se comunica por correo electrónico y es habitual de las videollamadas. Su sueño tecnológico generacional se ha cumplido: el ciberespacio ha sido una fórmula insospechada para materializar las fantasías seculares del XX. Cuento esta anécdota de mi madre porque es evidente que el salto generacional entre su abuelo y ella no tiene parangón con la distancia que hoy vivimos con los nuestros. El mundo ha acelerado su cambio en las últimas décadas. Pasamos por encima este hecho pero la relación con nuestros abuelos en este comienzo de S.XXI es valiosísima por inédita.
Esta distancia es hoy un fundamento de la imagen mental de la senectud y, en su vertiente más jocosa, uno de los pilares de lo que ha dado en llamarse posthumor. Con esta influencia, algunos documentales de creación de los últimos años frivolizan sobre la tercera edad. Su escasa formación en algunos casos, sus acentos, o su forma de expresión, han sido retratados con poco tacto, aunque esta actitud se oculte bajo el prisma de observación y la ternura en la intención. Creo que el cine no debe juzgarse con la moral como baremo, pero si así fuera las películas que no trataran a un septuagenario con el debido respeto siempre me parecerían pretenciosas y pobres. Nada más lejos de la que hoy nos ocupa.
Ser e voltar es un cortometraje en el que Xacio Baño expone con humildad su presente ante los que le preceden y ante sí mismo. El título nos lo anuncia. En su trabajo anterior, Anacos (2012), Baño ficciona el retrato generacional de sus padres, con especial atención a la figura de la madre y a la crisis del nido vacío. En Ser e voltar la crisis retratada es la nuestra, la de una generación nacida a finales de siglo, muy formada, pero que carece de una oportunidad para desarrollar su potencial. Para ubicarse en el tiempo el autor encuentra la mejor crítica en aquella que nos darían nuestros abuelos. Con su cariño duele menos entender que fuimos unos ilusos en algunas de nuestras decisiones y que estudiar hasta casi los treinta para poder trabajar en lo que soñamos, vivir el presente con intensidad, o pensar que nuestro individualismo prevalece frente a valores más colectivos, nos ha arrastrado a un estancamiento del que sólo podremos salir voltando.
Una de las incomodidades del documental es la de tener que bandear los imponderables que surgen en un rodaje. En este escamoteo, hay auténticos maestros en poner los mismos a su favor y Xacio ha sabido manejar esta casuística en su incursión en el género. Sus abuelos no comprenden que se dedique al cine, no comprenden para qué estudiar si después no es posible un trabajo estable. El autor lo admite con el respeto de un nieto, pero responde, igual que en algunas películas de Jordà, introduciendo la teatralización en su relato. Decide poner a interpretar a sus abuelos como manera de establecer un vínculo intergeneracional profundo. La temática elegida para este juego ensancha la naturaleza caleidoscópica de Ser e voltar: la muerte.
Acostumbrado a las estructuras productivas de la ficción, Baño se enfrenta aquí a una creación en solitario en la que la autoría no puede diluirse. Las imágenes están compuestas desde un alto conocimiento del espacio retratado y con una mirada que acaba ocultando una evidente autorreferencialidad por su preciosismo. Consigue sacar un alto rendimiento a la cámara DSLR aprovechando su profundidad de campo, su alta luminosidad y la electricidad de los colores que capta. La experiencia personal en aquella aldea está enriquecida con referentes pictóricos que van desde Millet a Grant Wood y con recursos visuales como el desenfoque que, desde la casualidad, la necesidad o la intención, genera diferentes significados a lo largo del metraje. Acompaña la banda de imagen un nutrido mapa sonoro del espacio, en el que los silencios pesan tanto como las estremecedoras voces en off, que parecen provenir más de algún momento del pasado que de nuestro tiempo.
Baño afirma que éste es su primer y último documental, pero mientras define el estilo de Trote, su siguiente proyecto, nos deja con Ser e Voltar, no sólo un testimonio generacional; también una reflexión sobre la deriva de nuestro planteamiento de vida y el mensaje de que estamos a tiempo para voltar la mirada hacia lo que de nosotros hay en nuestras raíces. Gracias por recordárnoslo, Xacio.
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