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Somewhere in California

Director: Jim Jarmusch | Año: 1993 | Nacionalidad: EEUU

Extractos del libro Jim Jarmusch de Hilario J. Rodríguez y Carlos Tejeda. Editorial Cátedra. Colección Signo e Imagen/Cineastas. 2014. Los fragmentos se han fundido y adaptado mínimamente para proporcionar una lectura continuada.

El proyecto inicial de Coffee and Cigarettes, que comenzó a rodar en 1986, estaba concebido en formato de cortometraje. Manteniendo el mismo epígrafe, el cineasta iba sumando episodios aislados entre el rodaje de un film y otro. Hasta que decidió reunirlos, filmando alguno más, en forma de largometraje en 2004.

Se trata de episodios estáticos, en donde el leit motiv en todas sus historias es la presencia de una mesa con el café y los cigarrillos del título, ante la cual se congregan diversos personajes. El blanco y negro favorece, cuando no intensifica, el carácter emocional de los personajes que se reúnen en torno a una taza de café y unos cigarrillos. Basta ver la iluminación del último episodio, Champagne, en el que la luz tan solo enfoca los rostros de Bill Rice y Taylor Mead quedando el resto del encuadre en penumbra. Jarmusch, que es fumador, traza una línea metafórica en torno al cigarro por la sencilla razón que es un objeto que ayuda a la comunicación entre los individuos.

Strange to meet you

Steven Wright y Roberto Benigni en Strange to meet you (1986)

Coffee and Cigarettes (2004) es quizá el film de Jarmusch donde la música posee una presencia mayor en el sentido de que, salvo en el episodio noveno (Cousins?) interpretado por Alfred Molina y Steve Coogan, suenan permanentemente temas de muy variados géneros y estilos. Algo que además se subraya con la presencia de algunos músicos como Iggy Pop y Tom Waits, protagonistas del tercer episodio, Somewhere in California, cuyo fondo musical son los temas hawaianos de Jerry Byrd.

Esta película, cuyo proceso de filmación podría decirse que ha durado diecisiete años, los que median entre la aparición del primer episodio rodado, Strange to Meet You (1986), y el rodaje de Champagne (2004), último de los once episodios que conforman el largometraje, constituye un ejemplo insustituible para aprender cómo hacer cortometrajes, algo que a muchos cineastas primerizos se les atasca porque actúan de una manera bulímica en lugar de hacerlo de una manera minimalista. Pero lo primero que podríamos hacer, al tener en cuenta los once episodios de duración variable, es ¿qué tienen en común actores como Roberto Benigni, Steven Wright, Joie Lee, Cinqué Lee, Steve Buscemi, Iggy Pop, Tom Waits, Joe Rigano, Vinny Vella, Vinny Vella Jr., Renee French, E. J. Rodriguez, Alex Descas, Isaach de Bankolé, Cate Blanchett, Jack White, Meg White, Alfred Molina, Steve Coogan, GZA, RZA, Bill Murray, Bill Rice y Taylor Mead? Posiblemente nada para quienes no hayan visto antes Night on earth (Noche en la Tierra, 1991), una película previa en la que Jarmusch ya demostraba cierta destreza (en este caso más cohesionada) para dirigir a los actores más variopintos y meterlos a todos ellos en la misma película. Lo cierto es que los actores mencionados muestran un interés común a lo largo de Coffee and Cigarettes, proponiendo una reevaluación de la ética de la celebridad, de las tensas relaciones entre familiares, pero también insistiendo en dos de los temas más característicos de Jarmusch, que tienen que ver con el autismo y el aislamiento, las dificultades para comunicarse y para encontrar una persona propicia para hacerlo.

Champagne

Bill Rice y Taylor Mead en Champagne (2004)

Se podría afirmar, en relación con Coffee and cigarettes, que las películas de Jarmusch son testimonios fílmicos de lo cotidiano. No importa cómo sus protagonistas resuelvan sus conflictos, porque muchas veces éstos siguen abiertos al término de cada metraje, sino lo que sucede durante el conflicto, aunque en ocasiones el verdadero conflicto es que no hay conflicto. Lo importante son todos esos tiempos suspendidos, comunes a la existencia de cualquier ciudadano, en los que, en muchas ocasiones, un mínimo destello puede provocar la suficiente emoción capaz de romper la rutina en ese instante.

¿Itinerarios hacia ninguna parte o simplemente metáforas sobre la desorientación del mundo moderno? ¿O ambas cosas? Porque ¿qué es la vida sino un fragmento de existencia? Al fin y al cabo, unos nacen y otros mueren, unos llegan a una estación de ferrocarril al tiempo que se marchan otros. Y es ésa en cierta manera una de las esencias de la obra de Jarmusch. Fragmentos dentro del propio fragmento que es cada existencia, que se cruzan, comparten momentos, días y noches o meses, que viajan juntos o que nunca llegan a encontrarse, aunque a veces solo haya un delgado muro que las separe.

 

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