Woody Allen tiene la sensación de que ninguna de sus películas está a la altura de las grandes obras de sus maestros. Tampoco cree que sea un buen clarinetista, le falta oído. Y ni siquiera ha sido capaz de tener una relación estable con una mujer sin que ambos acabasen discutiendo o acusándose públicamente de esto o lo otro. En realidad, casi todos los personajes que ha interpretado el propio Allen en sus películas son unos fracasados por un motivo u otro. Fracasan porque no saben aprovechar sus oportunidades o porque se comportan de forma caprichosa con los demás. No saben amar, relacionarse, aceptar sus limitaciones, vencer sus miedos…
Los mejores guiones de Woody Allen resaltan la naturaleza ambigua de las imágenes, la artificiosidad de cuanto se muestra y de cuanto no se muestra. En ellos, más que dobles lecturas se proponen dobles estructuras morales. Aunque a veces no lleguemos a entender las motivaciones de los personajes, tampoco podemos juzgarlos. Son inteligentes y mediocres, débiles y resueltos, egoístas y humanos, hipocondríacos e idealistas… Nunca se conforman con ser o parecer algo definido, su carácter es demasiado cambiante.
Puede que el estilo visual de Allen no sea tan poderoso e influyente como el de Martin Scorsese o Francis Ford Coppola, pero directa o indirectamente él ha enseñado a hablar a muchos personajes de ficción a lo largo de las cuatro últimas décadas, sobre todo en el cine independiente. Desde muy joven, Woody Allen tuvo facilidad con las palabras. Sin siquiera haber cumplido veinte años, ya retocaba los guiones de muchas series y también escribía gags para Carol Channing, Art Carney, Herb Shriner o Buddy Hackett. Luego vinieron sus primeras obras teatrales, sus primeros relatos y sus primeras películas. Su humor no cobró verdadera definición hasta mediados de los setenta. A partir de entonces ha ido refinando poco a poco su habilidad para crear personajes y para escribir diálogos memorables. Ha sido nominado al Oscar al Mejor Guión Original en doce ocasiones. No hay mejor manera de constatar lo anterior que el corto que hoy les propongo, un tributo que Allen dedicó a Nueva York después de los atentados del 11 de septiembre de 2011.
El corto se ofrece en versión original inglesa
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