Se trata, simplemente, de atenerse a una serie de hechos sucedidos, en 2012 y lo que llevamos del 13, con diversos cortometrajes españoles en el ámbito de los más importantes Festivales Internacionales.
Comenzamos con un gigante: Clermont-Ferrand. Normalmente, Clermont selecciona cada año un trabajo español para la Competición Internacional, dos a lo sumo. En 2013 han sido tres: Anacos de Xacio Baño, Elefante de Pablo Larcuen y Voice Over de Martín Rosete.
Uno de ellos, Elefante, inició su trayectoria en la Competición Internacional del último Sitges. Ganó. En cuanto a Voice Over, comenzó con el Premio del Jurado Joven en Gijón, y… y bueno, mejor miren ustedes mismos su apabullante Palmarés.
Luisa no está en casa de Celia Rico. Selección Oficial en la Mostra de Venecia.
Chema García Ibarra, director cuyos cortos anteriores dieron la vuelta al mundo, participando, por ejemplo, en la Quincena de Realizadores de Cannes o en Sundance (y en este último su Protopartículas logró la Mención de Honor), ha estrenado su nuevo corto, Misterio, en Gijón. Su primera competición ha sido Berlín 2013. Resultado: nominado por Berlín al Mejor Cortometraje Europeo. Acaba de empezar.
A story for the Modlins de Sergio Oksman comienza su andadura en Karlovy-Vary, y gana, y en el prestigioso DocumentaMadrid, pero no en la Competición Nacional, sino en la Internacional. Y gana. Continúa en Vila do Conde, uno de los certámenes clave de Europa. Vuelve a ganar. En Warsaw, donde había ganado Oksman hace unos años con su corto anterior, Notes on the other, vuelve a ganar con los Modlin. En España, dos pesos pesados como Huesca y L’Alternativa. Llega Clermont-Ferrand: el corto es seleccionado en el prestigiosísimo Labo, y conquista el Gran Premio ¡y hasta el Premio del Público! Es probable que ningún cortometraje realizado en 2012 en todo el mundo iguale una trayectoria semejante.
Sólo hemos citado las más notables selecciones en festivales de clase A y los galardones logrados en las más relevantes competiciones internacionales. Hay muchos más. Y eso sin contar bastantes cortos seleccionados repetidamente en todas partes, como Aquel no era yo, La boda, Prólogo… Por ejemplo, aquí tienen el Palmarés de Aquel no era yo de Esteban Crespo.
Los méritos de tal o cual título podrán ser más o menos discutibles para cada uno, pero es innegable que, sobre todo en los últimos meses, se está produciendo un fenómeno global: todo parece indicar que, en un primer vistazo para nada exhaustivo, el corto español está aportando muchas satisfacciones a la cultura audiovisual de su país. A su prestigio y también a su imagen.
Hasta aquí, lo que el corto español está dando al país. Ahora, veamos lo que está dando el país al corto español.
Para ello, partiremos de la financiación pública que recibieron los ejemplos citados (hace dos años, más o menos), y la compararemos con los fondos que podrían recibir ahora.
Un proyecto como A story for the Modlins, cuidado meticulosamente en todos sus aspectos, salió adelante con el apoyo de dos ayudas: la de la Comunidad de Madrid y la de producción de cortometrajes del anterior ICAA (sin olvidar, por supuesto, la inversión personal del productor, que presuponemos aquí y en todos los títulos que vienen a continuación). En la actualidad, la ayuda de la Comunidad de Madrid persiste gracias al tesón numantino de su asesora de cine, Pilar García Elegido. Pero la ayuda del ICAA, hasta hace poco espina dorsal de la financiación de cualquier cortometraje mínimamente ambicioso, ha desaparecido.
El espectacular Voice Over consiguió diversas ayudas, en su mayoría procedentes de varias comunidades autónomas. Hoy, varias de esas ayudas comunitarias han desaparecido o corren serio riesgo de hacerlo, y en cualquier caso muy disminuidas.
Aquel no era yo, con escenas dignas de un largometraje comercial de acción, fue realizado con la contribución básica del ICAA y la Comunidad de Madrid (más la colaboración de diversas asociaciones, aunque es probable, y corríjannos si presuponemos demasiado, que su ayuda fuera más logística que económica). Hoy… pues eso, la ayuda a producción del ICAA desaparecida y la de la Comunidad en una continua cuerda floja.
Los ejemplos citados son cortos cuidados, espectaculares, concebidos para competir con solidez en el panorama internacional. Ahora bien, a tenor de las cuantías que, hace un par de años, solían recibir los cortometrajes por parte de la administración pública, en ningún caso se podría decir que esta puso a disposición de estos cortos y otros similares medios holgados. A lo sumo, los precisos.
Digamos que se cumplían unos mínimos. Ahora ni siquiera se puede hablar de mínimos.
Está el caso de Elefante, que parece haber contado con sólidos medios de producción gracias a la modélica ESCAC, que depende directamente de la Universitat de Barcelona. Pero casos como este son, nos tememos, poco frecuentes.
Sólo proyectos a priori modestos, como Anacos y Luisa no está en casa, pueden ponerse en marcha, antes y ahora, con pequeñas contribuciones (en estos casos, respectivamente, del AGADIC, Axencia Galega das Industrias Culturais, y de Televisió de Catalunya). Parece, a día de hoy, una de las pocas opciones.
Hay, por supuesto, más títulos y más instituciones públicas que han contribuido a la pujanza del corto español actual (aquí hablamos de apoyo a la producción, no a la distribución; en tal caso tendríamos que citar a Kimuak, Madrid en Corto…). Discúlpennos si, por cuestiones de espacio y claridad, no las citamos aquí.
Pero nos parece que lo expuesto es más que suficiente para afirmar que a los cortos citados no se les ha regalado nada de nada, que han entregado trabajos redondos y enormemente rentables partiendo de unos medios más bien justos, y que, hoy por hoy, cualquiera de ellos lo tendría bastante más difícil para materializarse. Buena parte de estos títulos, como A story for the Modlins, tendrían que haberse realizado con una inversión claramente menor, mermando con ello sus posibilidades expresivas y, a buen seguro, su repercusión. Y otros, como Voice over o Aquel no era yo serían, potencialmente, inviables.
Por supuesto, existen iniciativas privadas, totalmente respetables y en muchos casos compartibles, como el low cost, el crowdfunding… o el Proyecto Corto Canal+. Menos mal que tanto Voice Over como Misterio disfrutaron de este Premio, que sigue entregándose en algunos festivales españoles en colaboración con el estudio de sonido Pecera Estudio. Y parece que así continuará, porque Proyecto Corto resiste, ahora y siempre, al invasor.
Pero creemos que, hoy por hoy, en ningún caso la iniciativa privada puede suplir la existencia de una infraestructura pública que garantice mínimamente la continuidad de un género audiovisual que está demostrando, día tras día, una incontestable rentabilidad cultural. Si los cortos españoles fueran un fracaso, tal vez podría ser objeto de discusión, ¡pero es que están arrasando en todas partes!
Aquí no hablamos de ningún plan concreto de financiación pública: ayudas, subvenciones, desgravaciones, mecenazgo… Simplemente hablamos de fondos. Fondos públicos mínimos para garantizar la pervivencia del cortometraje español tal y como aún lo entendemos. Y como hemos podido ver, esos mínimos están desvaneciéndose a marchas forzadas.
Así pues, consideramos que el cortometraje español está dando muchísimo al país, y a cambio está recibiendo muy poco y, de seguir así, en un futuro próximo no recibirá prácticamente nada.
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