Desde hace ya 22 ediciones viene celebrándose el Encounters Short Film and Animation Festival en la ciudad inglesa de Bristol, un evento donde la importancia de la animacióndestaca por encima del resto de las categorías, aunque no por ello deja de ofrecer al público un buen puñado de trabajos de ficción y en menor medida de documental, siempre interesantes, con acceso a los BAFTA, Oscar, y European Film Awards.
En esta edición, celebrada apenas hace una semana, el codiciado Brief Gran Prix Award ha recaído en un destacable trabajo del director británico Brady Hood titulado Sweet Maddie Stone, reconocible pero efectivo cine social inglés con familia desestructurada incluida. Jessica Barden (estupenda en su papel) interpreta a la joven adolescente del título cuyo apodo «Sweet» no hace referencia precisamente a la dulzura de sus modales sino al quehacer disimulado al cual dedica su energía en la escuela secundaria a la que asiste, es decir, vender piruletas y otras chuches a sus semejantes, con el único fin de conseguir cierta cantidad de dinero, necesario para aliviar la situación de su progenitor, antaño antiguo alumno de ese mismo centro escolar, caído ahora en desgracia. La aparición de un competidor que acaba haciéndose con el mercado chucheril, hará que la dulce Madison haga honor a su apellido y acabe convirtiéndose en lo que el espectador avispado, se atrevería a vaticinar desde el inicio. En efecto, cine ya visto, duro, seco, creíble, con un desarrollo bien construido y un clímax final adornado por una música que empasta a la perfección con las imágenes. Quizás predecible, sí, pero totalmente efectivo y desolador en su mensaje.
El cortometraje ucraniano E.W.A. de Gigi Ben Artzi, fue galardonado con el Brief European Award. Sin duda hay marcianadas con estilo y E.W.A. para el que escribe es un buen ejemplo. La protagonista, otra adolescente con problemas y con mucho mundo interior. Si al sabido revuelo hormonal típico a estas edades le sumamos la singular peculiaridad que sufre esta chica, que no es otra que un constante goteo de sangre que surge de su nariz, podremos mínimamente hacernos a la idea de la desorientación que, a nivel personal, padece la protagonista. Su relación consigo misma y con los demás marcan el desarrollo argumental de este atípico trabajo en el que, a diferencia del anterior, nuestra heroína sí encuentra un camino muy acorde aprovechando su característico talento nasal.
Respecto al ganador propuesto por el jurado para el European Film Award, les remito a lo ya reflejado tiempo atrás en esta misma revista acerca del cortometraje documental [9 days: From my window in Aleppo], trabajo que se alzó finalmente con dicha distinción.
El Chris Collins Best of British Live Action Award fue a parar al cortometraje Three Women Wait For Death de la directora Isabelle Sieb, nacida en Alemania pero afincada desde hace largo tiempo en Londres. Arbolitos mecidos por un amable vientecillo, pasto suficiente para dar alimento a un enorme rebaño de ovejas, cielo amigable y una vieja caravana en mitad de todo ello, parecen el entorno idóneo para disfrutar de una agradable comedia en torno a una madre y sus dos hijas adultas que se establecen en dicho lugar con el fin de estar más cerca del abuelo moribundo, ingresado en un hospital cercano. El choque de caracteres entre las dos hermanas, la noticia de una gran cantidad de dinero que el abuelo escondió no se sabe dónde y la incredulidad y asombro de la madre para con la situación, modelan esta correcta comedia, bien realizada pero sin mayor intencionalidad que la de disfrutar de un agradable pasatiempo nada desdeñable.
Otra comedia, o casi, fue la preferida del público. El Audience Award se lo llevó la cinta de Bulgaria/Croacia Red Light del director búlgaro Toma Waszarow, que narra cómo las circunstancias personales de cada uno pueden tener consecuencias imprevisibles para los que nos rodean. Una tragicomedia que ni se pasa de graciosa ni se queda corta en su profundidad. Un semáforo estropeado, en rojo eterno, será el causante de la parada de un autobús interurbano durante todo el tiempo que le dura el enfado y la incertidumbre a su conductor por una llamada deseada y no recibida el día anterior. La situación en el interior del vehículo es solamente la excusa para mostrarnos esos primeros planos del protagonista, imaginarnos sus pensamientos y comprender, al fin, la fragilidad de la que todos estamos hechos y la necesidad de aferrarnos a las personas más cercanas y queridas.
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