Una vez más, los cortos Oscar han seguido la política de reivindicación social que suele acompañar a estos galardones, a través de las habituales propuestas tan eficaces como carentes de matices y complejidad. Son cortos que van directos a la emoción más simple, a la identificación más inmediata. Quede claro que esa sencillez no los hace de por sí desdeñables: de hecho suelen ser divertidos, emotivos o ingeniosos. Conocen los límites en los que se mueven y no pretenden ir más allá, y dentro de ellos sus logros son irreprochables. Eso sí, los tres son producciones ‘mainstream’ de EEUU. Y se nota.
Todo lo comentado es perfectamente aplicable al Mejor Corto Documental, Period: end of sentence de Rayka Zehtabchi, reconocible producción Netflix que puede verse en la plataforma con el título Una revolución en toda regla. Vaya por delante que se trata de un documental muy simpático y agradable de ver, con una premisa deliciosa: las mujeres de una pequeña comunidad de la India se enfrentan al tabú social de la menstruación y ponen en marcha una fábrica de compresas para difundir su uso y normalizar el asunto. Todo en Period es puro lenguaje Netflix: el montaje es ágil, demasiado, y en todo momento se tiene la impresión de estar asistiendo a una versión recortada de un documental cuya versión íntegra podría ser una adorable comedia social.
Pero por encima de las limitaciones del modelo y de algunas consignas políticas que de obvias resultan aburridas, lo cierto es que Period inspira adhesión por todas partes. Lejos del esteticismo y la pornomiseria, el documental se caracteriza por su ligereza, su abundancia de ideas y la cercanía y naturalidad con la que retrata a las mujeres, y en medio del dichoso ritmo Netflix se cuelan varias imágenes poderosas, sobre todo las de las mujeres mirando la fabricación de una compresa como si fuera la primera vez que ven una (y en algunos casos así es). Aún son mejores los planos de los hombres, muchos de ellos ignorantes de qué es eso de la menstruación y las compresas, o mirando el interior de la fábrica con caras de pasmados. Y un apunte genial, que retrata a toda a la comunidad: la mujer tiene apuntado el teléfono del electricista en la pared de su casa, cubriendo todo el muro.
La simpatía que despierta Period no se repite, al menos en mi caso, ante el Mejor Cortometraje de Ficción, Skin de Guy Nattiv. Ya hablamos de Skin cuando obtuvo el Premio del Público en Clermont-Ferrand 2019, y este era su planteamiento: blancos imbéciles, armados, racistas y asesinos contra negros que simplemente quieren vivir en paz, y que ante una agresión en toda regla se ven forzados a tomar partido, y la verdad sea dicha, con indudable ingenio. Pero más allá de ese citado chispazo de imaginación, Skin representa lo peor del cine de discurso presuntamente bienintencionado: no invita al espectador a pensar, o al menos a descubrir algo más sobre una evidente lacra sociopolítica; lo único que hace es gratificar y explotar su pensamiento más primario.
Por último, ya aburre otorgar el Mejor Corto de Animación a una producción Pixar. En este caso Bao de Domee Shi, enésima demostración de la perfección plástica, la capacidad narrativa, la riqueza de tonos y el pensamiento conservador y un punto reaccionario del Imperio Lasseter. Como de costumbre, la propuesta tiene gracia: un joven chino cocina un ‘bao’ (bollito de pan al vapor), pero cuando va a comérselo este último cobra vida y el hombre se encariña con la encantadora criatura. A partir de entonces se narra la evolución de una relación padre/madre-hijo: el bao crece y disfruta su niñez con su progenitor, hasta que llega la adolescencia y empiezan los previsibles problemas. Bao propone una curiosa visión del carácter absorbente de las madres/padres para con sus hijos, y aunque desemboca en una solución dramática brillante, al final se decide por un final cómodo y apresurado.
En cualquier caso, al final queda la sensación de que la Academia está más que predispuesta a premiar a los productos todopoderosos de siempre en vez de apostar por otras opciones. En algunos casos más logradas, en muchos casos más complejas y enriquecedoras.
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