El 10 de septiembre concluyó la 73ª edición del Festival de Venecia, el más antiguo del mundo, y que desde 1934 también se ha ocupado de premiar trabajos en formato cortometraje. La presencia latina en el Palmarés ha sido rotunda, y los premios para cortometrajes no han sido una excepción.
Este año, el Premio ‘Orizzonti’ al Mejor Cortometraje ha ido a parar a La Voz Perdida, del paraguayo Marcelo Martinessi. Una película de 11 minutos de duración que está inspirada en la masacre de Curuguaty, un hecho que convulsionó Paraguay en mayo de 2012, cuando, como resultado de los enfrentamientos entre campesinos y policías, 17 personas perdieron la vida, provocando una crisis política en el país.
En la entrega de premios, Martinessi reivindicó este como ‘un momento muy especial para el cine paraguayo’ en el que ‘hay una nueva generación de directores que están deseando contar historias sobre su propio país’.
Amalimbo, de Juan Pablo Libossart
Por otra parte, como cada año, Venecia es uno de los 15 festivales europeos que propone sus nominados para los premios de cortometraje de la Academia Europea 2016, cuya ceremonia tiene lugar a finales de año.
En esta ocasión, el Venice Short Film Nomination for the European Film Award ha sido para el corto animado Amalimbo, del argentino Juan Pablo Libossart. una producción sueco-estona cuya trama se centra en una niña de cinco años que llega al limbo en un viaje desesperado para reunirse con su padre fallecido.
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