Ato San Nen cuenta la historia de dos personajes que, a pesar de no tener una lengua en común, consiguen comprenderse y conectar. Un hombre japonés, Hiroshi, viaja a España y conoce a una mujer viuda, Marisa, que vive sola con su perro en el campo. Los años de soledad que acumula cada uno de ellos son la motivación para esforzarse en superar la barrera del idioma.
Este es el sexto cortometraje en el que, además de guionista y director, he sido también co-productor. Hasta ahora, todos los cortometrajes que he dirigido han sido, o bien coproducciones entre varios países, o bien producciones extranjeras. Esto, básicamente, es un lío. Pero un lío positivo, en mi opinión. Un buen lío. Coproduciendo todo se multiplica, tanto las oportunidades como los inconvenientes. Permite acceder a más fuentes de financiación, localizaciones, equipos técnicos y artísticos… Pero, sobre todo, se multiplican los puntos de vista. Esa mezcla de diferentes formas de trabajar y de entender el cine enriquece el proyecto.
Claro que no a todos los cortometrajes les tiene por qué beneficiar una coproducción con otros países. Hay historias con carácter muy local, muy específicas de un contexto concreto, en las que seguramente no tenga mucho sentido. En mi caso las circunstancias han hecho que mis cortometrajes sean así, extranjeros, o mezclas, o líos. Pasé ocho años viviendo fuera y los proyectos los he ido haciendo allí donde estaba. También ha habido muchos proyectos por el camino que no se han podido hacer; no es fácil conseguir que encaje todo para producir un cortometraje. Con nuestra productora, Mizunonaka, tenemos ese enfoque: historias universales y coproducciones, principalmente con Europa y Asia. Es de donde venimos y es lo que nos gusta.

Ato san nen, de Pedro Collantes
Ato San Nen es una coproducción franco-española. Todos sabemos que Francia es un caso único en cuanto a la cantidad de ayudas que existen para el cortometraje. El sistema no es muy diferente al de aquí; hay ayudas a nivel nacional y regionales, además de las precompras de televisiones. La diferencia está en la cantidad. En Francia al menos 4 canales de televisión precompran cortometrajes sobre proyecto, mientras que en España únicamente lo hace Movistar+, a través de su iniciativa “proyecto corto”. La cantidad de las ayudas regionales en Francia es de media tres veces mayor que las de las comunidades autónomas en España. En 2017 el presupuesto del ICAA para cortometrajes fue de 1 millón de euros, el del CNC en Francia de 13 millones. No hace falta decir mucho más. Sin duda, comparando nuestras oportunidades de acceso a financiación con las de Francia, acabaremos sintiéndonos muy desafortunados. Pero también es verdad que hay muchos otros países en los que directamente no existen vías de financiación más allá que la de producir con dinero propio. Nada. Cero. Como se suele decir, las comparaciones son odiosas.
El cortometraje lo rodamos en Francia, con equipo francés y español. Los actores vinieron de España y de Japón. El perro es francés. La postproducción se hizo toda en Madrid. En el rodaje había una mezcla constante de idiomas, de puntos de vista, de formas de hacer y pensar. El cine era nuestra lengua en común y la historia que queríamos contar, nuestra motivación para superar las barreras del idioma. Un lío, positivo. Un buen lío.

Foto equipo Ato san nen
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