Para hablar del origen de Mudanza Contemporánea es inevitable hablar de mi ruptura con Cristina a finales del 2015.
Estaba desorientado y solo, cabreado y rodeado de trastos, cosas mías y de ella que se agolpaban en los rincones de la que había sido nuestra casa.
…Y de manera natural empecé a jugar con ellos, a moverlos, a cambiarlos de sitio, como en un acto rebeldía doméstica, como intentando arrebatarles su significado, no sé… algo raro que funcionaba.
Me cambié de casa y los juegos siguieron, me daba ya igual el origen o de quien fueran los objetos, el caso es que me mantenían entretenido y eso ya era bastante; conforme me iba mudando encontraba nuevos escenarios y trastos con los que jugar y filmar. Me montaba mis sets, ponía música y me olvidaba de todo un rato.
No tenía un plan concreto para esas filmaciones, tan sólo sabía que en ese momento se habían convertido en un agujero donde esconderme, un filón de creatividad despreocupada desde donde desafiar al desamor.
Era obvio que el dolor seguía existiendo, pero en esos paréntesis creativos me inundaba una felicidad genuina. No tenía a Cristina pero era el rey de mi castillo de trastos.
Con el tiempo comencé a acumular material grabado y, un día, me puse a visionarlo. Lo compartí con algún amigo, entre ellos Gabriel Azorín; él se reía mientras lo veía, pero cuando acabó de ver algunos de los videos me dijo: -Tío, esto es muy triste.
De alguna manera, esas performances absurdas estaban impregnadas de un estado de ánimo concreto, y al parecer, eso se filtraba entre las imágenes. Entonces, cuando me sentí preparado, comencé una labor de destilado de los videos, imágenes y notas de audio acumuladas.
Empecé el montaje con un estilo “documental”, casi como un diario filmado. Todo era reciente y sentía que manipularlo era como una falta de respeto a la relación, no estaba preparado para jugar con ese material. Pero poco a poco empecé a soltarme y experimentar, me di cuenta que el proceso de edición debía ser parecido al que tenía cuando jugaba con los objetos, tenía que beber de esa espontaneidad.
Y así es como me convertí en el director de la película, desde el montaje. Empecé a nadar a favor del material jugando con sus posibilidades plásticas y expresivas, sus ritmos y sus silencios intentando crear un planeta, el de Mudanza Contemporánea, en el que sus personajes, objetos y derivas emocionales fluyeran juntos.
Toda la narrativa, el drama, la comedia y el dolor del personaje, partirían de las coreografías de objetos, debían filtrarse a través de los tubos, cables y pliegues del cartón. Quería que la película transmitiera esa montaña rusa de euforia, alegría, tristeza y melancolía que yo viví.
Carlos Pardo (amigo y productor) me animó a despegarme del personaje y a sentirme libre para fabular y así es como la película fue independizándose de mi historia personal.
Esta búsqueda de la película durante el montaje me llevó a estructurarla narrativamente en tres partes que linkaban muy bien con las fases que viví yo durante el “duelo”.
La primera parte muestra el presente del personaje, su disfraz, sus objetos, su entorno y cómo interactúa con ellos.
En la segunda parte aparece un objeto más, su pasado, y con él, su conflicto. El personaje pone a prueba sus disfraces en un duelo de bailes entre presente y pasado.
Todo esto desemboca en la tercera parte, en la que nos metemos dentro del disfraz y descubrimos su saturación interior, todo el mejunje que se cuece bajo la armadura.
Los objetos son ahora como órganos vitales y las mantas forman estómagos y gargantas; es como una lavadora que centrifuga sus pensamientos, pesadillas, recuerdos y trastos. Una ceremonia íntima que se debate entre el exorcismo y la invocación.
Y esta estructura refleja un poco lo que yo vivía, durante el dia, los juegos, las grabaciones y los bailes me mantenían ocupado, pero por la noche, cuándo me metía en la cama, todos los fantasmas se colaban y ahí no tenia mas remedio que enfrentar la realidad.
En definitiva, lo que he buscado con Mudanza contemporánea es aprovecharme de ese planeta personal que surgió a raíz de una ruptura y servirme de su particular lenguaje para contar la deriva emocional del personaje. Retratar cómo en ese momento de vacío, la creatividad se tornó una necesidad , y el entorno del personaje se convirtió en un lienzo en blanco en el que poder crear de manera espontánea y construir una realidad paralela desde la que intentar burlar a los malos espíritus.
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