CORTOESPERA
Las tijeras de Damocles que en los últimos tiempos penden sobre todas nuestras cabezas, nos dejaron la temporada pasada sin películas cortas en Versión española. Un año que nos ha servido para tomar distancia, luego volver a acercarnos, guiñar un ojo y tratar de enfocar mejor. Y entonces nos surgen algunas preguntas, algunas contradicciones.
Nos damos cuenta de que los concursos, los festivales, son un plan del pasado que a todos nos convendría revisar. Que entre las responsabilidades de los medios públicos, de la gente del cine, de la cultura, debería estar crear espacios libres del espectáculo de la competencia. Un espectáculo que ahora lo llena todo; de los deportes a la cocina, del salón de baile al debate político. Y sin embargo ahí estamos, con la mejor intención, repartiendo laureles como si de una prueba olímpica se tratara. Quede claro que no es nuestra intención medir a unos cineastas con otros, convertir a unos en ganadores y a otros en perdedores.
No olvidemos el norte, muy claro: que los cortos se vean.
La difusión es lo que hace especial nuestro concurso. Llegar a una media de doscientos mil espectadores, un montón de salas llenas, ese es el premio. Y nuestra recompensa propagar algo en lo que creemos: que los cortometrajes no son un camino a ninguna parte, no son un paso previo, un puente hacia un lugar mejor. Los cortometrajes son cine. Un buen cortometraje es gran cine como un cuento de Carver es gran literatura, un lied de Schubert es gran música o una pequeña acuarela de Turner es gran pintura.
Basta preguntarse cuántos largometrajes al año alcanzan la delicada emoción de La última Polaroid, de Mar Coll, o la densidad evocadora de Campeones de Antonio Conesa, o la serena sabiduría de Alumbramiento, de Eduardo Chapero Jackson, o la aguda ironía de Nadie tiene la culpa, de Esteban Crespo, o la verdad transparente de Una y otra vez, de Antonio Méndez, o la valentía introspectiva de Límite: primera persona, de Elias León Siminiani, o el vuelo libre de Apuntes sobre el otro, de Sergio Oskman, o…..
Grandes películas, gran cine que ofrecemos… en pantalla pequeña. Nueva contradicción que este año sorteamos felizmente programando los cortos a concurso en la estupenda sala Berlanga de Madrid. Un lujo.
Y aquí toca detenerse y agradecer, cómo no, a Fundación Autor, más que socios, cómplices lealísimos durante todos estos años. Ellos ponen su sala a nuestra disposición en un gesto de generosidad, uno más, y ellos fueron decisivos para salvar la última edición celebrada del concurso, en un momento muy delicado para el programa.
Y ahora estamos felices de volver, de que exista una decimocuarta edición del Concurso Iberoamericano de Cortometrajes Versión española/SGAE; felices porque los trabajos seleccionados recibirán justa y obligada remuneración en concepto de derechos de emisión, porque muchos espectadores van a descubrir el extraordinario nivel y el gran momento de nuestra cantera; felices porque La 2 de Televisión Española sigue siendo (crucemos los dedos) un territorio abierto a este tipo de iniciativas esenciales pero que no serían bien vistas por ningún consejo de administración al uso, de esos incapaces de mirar más allá de los gráficos del margen de beneficio.
Este involuntario tiempo de barbecho, esta inoportuna cortoespera, nos ha dejado múltiples muestras de cariño de viejos y nuevos amigos. Mensajes de cineastas que nos presentaron sus cortos hace años y a los que ahora recibimos en el plató para conversar sobre sus largos y nos recuerdan el impulso que supuso para ellos el paso por el programa, mensajes de nuevos contadores de historias en busca de ventana para ver y dejarse ver, mensajes de otros festivales con los que tanto hemos convivido y que tanto nos han ayudado. Así es difícil no querer seguir intentándolo.
Un tiempo que nos ha recordado que, si te descuidas, te pierdes un montón de cosas, como por ejemplo las catorce joyas que componen la Sección Oficial a Concurso y otras muchas que sólo la clamorosa injusticia del espacio-tiempo en televisión, dejan fuera. Una injusticia agravada en esta edición por el retraso en la convocatoria que ha obligado al comité a elegir entre la producción de más de año y medio, más de quinientos trabajos entre España y Latinoamérica. Catorce cortometrajes son claramente insuficientes. Pensemos que son el exquisito menú de degustación de un restaurante con una carta inabarcable, o la fina destilación de una cosecha excepcional. En nuestro ánimo que todos los registros estén representados: Ficción, documental, animación, comedia, drama…, siempre en busca de una imposible ecuanimidad y con el claro empeño de ganar adeptos al formato corto.
¿Podríamos sobrevivir sin el metacrilato? ¿Qué pasaría si nadie hubiese cruzado a nado el estrecho de Dardanelos? ¿La humanidad sería la misma sin los campeonatos de dardos? ¿y sin la deltiología…?
Nos sorprenderían las respuestas a estas cuestiones fundamentales dependiendo de quién tengamos sentado enfrente.
¿Qué pasaría si Versión española dejase de emitir cortometrajes?
Susana, Jesús, Paz, Sergio, Caye, Enrique, Mar, Esperanza y Félix, el equipo del programa, hemos sido muy jóvenes hasta hace muy poco. Ahora, nuestra recién estrenada veteranía nos dicta que no conviene que determinadas preguntas se cuelen por debajo de la puerta de determinados despachos.
Así que preparados, listos, ya. El martes 17 de septiembre primer programa de la nueva temporada y primera entrega de los cortos a concurso. Enhorabuena a todos.
Félix Piñuela
Director de Versión española
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