El Festival Internacional de Cine de Huesca es uno de los certámenes españoles señeros en lo que a cortometraje iberoamericano se refiere (junto con Huelva y Lleida), pero su Concurso Internacional abarca todo el espectro mundial. Llama la atención que, desde el reciente cambio que se produjo en la dirección, la selección global ha cobrado un cariz más tradicional, algo que puede traslucirse sólo con echar un vistazo al Palmarés.
A los Jurados de Huesca debe haberles gustado mucho el cine procedente de los Países Bajos, ya que este país se repite hasta cuatro veces en los galardones. Sin ir más lejos, el Danzante al Mejor Cortometraje del Concurso Internacional ha recaído en Houvast/Hold on de Charlotte Scott-Wilson, afortunada recreación del calvario de una joven concertista que se enfrenta al reto que, presumiblemente, ha de consolidar su carrera: el solo de cello del ‘Príncipe Kalander’ de Scheherezade de Rimsky-Korsakov. La eterna historia del miedo al éxito, sin especiales sorpresas pero narrada con convicción, con una protagonista que realmente toca el cello, y realmente parece sufrir por la ausencia de alma que se desprende de su interpretación, aunque al resto del mundo esta le parezca formidable.
Los otros galardonados holandeses eran menos convincentes. En el Concurso
Internacional, el Premio Jinete Ibérico para la animación Zeezucht de Marlies van der Wel sabía a poco: relato de un hombre que quiere convivir con los peces, y se pasa la vida construyendo submarinos cada vez más sofisticados que fracasan una y otra vez, hasta que, ya anciano, logra su objetivo construyendo uno en forma de pez. Bien animado y temperado y con excelentes escenarios, pero habremos visto este corto de una forma u otra unas doscientas veces.
En cuanto al Concurso de Cortometraje Documental, el Danzante también fue a parar a un holandés: 9 days from my window in Aleppo de Floor van der Meulen y Thomas Vroege, montaje de las grabaciones que un fotógrafo sirio registró desde la ventana de su casa de Aleppo, en los nueve días que siguieron a un encontronazo entre los rebeldes y el Ejército Sirio. Suena bien, pero el resultado no puede ser más simple: todo queda en que las guerras son muy malas para los civiles. Una vez más, un conflicto sociopolítico es la excusa perfecta para premiar trabajos con evidentes carencias creativas y enfoques complacientes del tema tratado. Mejor aspecto tenía el último holandés galardonado, Mención Especial del Jurado Documental a Tarikat de Jasmijn Schrofer, poema visual sobre un viaje a la iluminación a través del islamismo sufi.
En cuanto al Concurso Iberoamericano, el Jurado concedió su Danzante a un encantador título brasileño, Rosinha de Gui Campos, historia de una anciana que decide llevar a cabo una relación a tres con su compañero y un amigo de éste, con la consiguiente incomprensión de los vecinos. El director apuesta sin tapujos por este vínculo tripartito, a través de un tono de agradecible naturalidad realzada por una iluminación suave, candorosa, y un estupendo empleo del formato scope: es magnífico el plano picado de los tres protagonistas, desnudos en la cama y con su relación ya consumada. El momento transmite una liberación plena de todo tipo de ataduras por parte de los tres personajes, sobre todo por parte de ella, que parece iluminada por los cielos. Y además, suena ‘Renuncia’ de Nelson Gonçalves.
El Palmarés del Concurso Iberoamericano se completó con: Cacho Pallero para Sentimental de Sandra Flomenbaum (Argentina), viaje en taxi de una mujer del centro a la periferia, mientras recuerda obsesivamente su último amor; Premio Alberto Sánchez a la Mejor Ópera Prima Iberoamericana para Baraka de Néstor Ruiz Medina (España), relato ambientado en la Guerra de Irak, cuyo planteamiento de producción parece similar al de Aquel no era yo; y Mención Especial del Jurado a 5 segundos de David González Rudiez (España), descripción de una crisis de pareja a partir de un momento especialmente tenso, grabado en nerviosos primeros planos.
Entre el resto del Palmarés destaca con luz propia la animación Yul et le serpent de Gabriel Harel (Francia). A partir del encuentro entre un matón impresentable y un joven y su hermano preadolescente, vemos cómo la ira de este último se transmuta en una serpiente del inhóspito entorno, que poco a poco se agiganta hasta cobrar la forma de una boa constrictor. Sin embargo la metáfora es lo de menos, pues lo que realmente convence es el trazo sencillo de la animación para ilustrar situaciones extremadamente crudas: especialmente aquella en la que el hermano mayor orina furiosamente sobre la serpiente, y el matón, acto seguido, hunde el rostro del hermano pequeño en el charco de orina.
Otros premios. En el Concurso Internacional, Mención Francisco García de Paso a la defensa de los valores humanos para The culprit de Michael Rittmannsberger (Alemania); Mención Especial del Jurado a la animación Down by love de José Corral (España); y Mención Especial del Jurado Joven a Gewitterzellen de Jakob Schmidt (Alemania). En el Concurso Documental, Premio Especial al Mejor Documental Iberoamericano para el ya inevitable Yo no soy de aquí de Maite Alberdi y Giedrè Zickytè (Chile). Y por último, Premio del Público Aragón Televisión para una animación ya entrañable: Alike de Daniel Martínez Lara y Rafa Cano (España).
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