Los Premios
El tema de los galardones es uno de los más ilustrativos de las tensiones existentes entre cortometrajistas y festivales. Todos parecen de acuerdo en que, en este aspecto, se cometen ciertos errores y desigualdades. Con algunos puntos discordantes.
El director Álvaro Giménez Sarmiento incide en la deshonestidad de algunos certámenes para con los participantes: Ya que la mayoría de festivales no paga por proyección, lo mínimo que se exige es que los premios sean honestos y proporcionales. No es de recibo ver festivales que no escatiman en gastos a la hora de invitar al último actor de moda y apenas tienen premios económicos para los cortometrajes, máxime cuando reciben ayudas públicas.
Esa obsesión por el relumbrón y el oropel, sobre todo en lo que se refiere a la Clausura, ha desembocado en prácticas profundamente discutibles, como la obligatoriedad de ir recoger al premio. Como comenta el director Eduardo Cardoso: Algunos festivales te quitan el premio si no puedes ir o enviar a alguien.
El paraguas de colores de Eduardo Cardoso
Algunos entrevistados abogan por sustituir los premios (o restarles importancia) en beneficio del pago por selección. Como este tema ya fue ampliamente tratado en el capítulo I, nos limitaremos a enunciarlo brevemente.
Eduardo Cardoso: A mí me importa más que me paguen por participar que el que haya una dotación económica en el premio. No todos los festivales pueden dar premios en la época en que estamos; por eso quizá sea bueno buscar recursos para pagar por participación.
Carmen Chávez, ex – directora adjunta de Aguilar de Campoo: Es la solución a gran parte del problema. Así me lo han expresado muchas muchas veces los directores de cortometrajes
Javier Miranda, de Alcances: Como dije antes, a mi juicio esto desvirtuaría mucho los festivales. Hay que pensar que, si el festival en cuestión es exigente en sus programaciones y se sabe que no entra cualquier cosa, estar seleccionado en un festival debe ser ya un premio.
Últimamente han comenzado a proliferar los Jurados que otorgan premios sin dotación económica ni material alguna, únicamente la entrega de un trofeo simbólico. Para Mayi G. Cobo, productora de Tourmalet: Algunos festivales seleccionan 20 películas y 30 cortometrajes en su programación y ni invitan a los seleccionados ni premian económicamente los trabajos. Hay que recordar que detrás de cada cortometraje está el trabajo de un equipo, y esto, de alguna forma se tiene que ver recompensado también. No podemos alimentar la programación de los festivales sin recibir nada a cambio.
Luis Mariano González, de Alcine, defiende los trofeos que se conceden a diversos miembros del equipo: Es cierto, cada vez hay más premios que no son tales, tan sólo un trofeo. En cualquier caso, habría que preguntarle a un técnico o artista de cualquier corto que recibe un trofeo si le parece paja. También ha ocurrido durante mucho tiempo que ha habido aspectos de los cortometrajes sin ningún tipo de reconocimiento y donde parecía que el corto había sido realizado de principio a fin y únicamente por su director. Creo que es justo reivindicar el papel de los equipos que están detrás de cada corto. Y si es posible, con premios en especie, en material o económicos.
Javier Miranda, de Alcances: Creo que independientemente de premios especiales siempre debe haber algún tipo de premio en metálico. También es cierto que luego las películas explotan en su publicidad todo tipo de galardones, incluso los que no tienen ningún tipo de dotación o galardón.
Finalmente, Mayi G. Cobo llama la atención sobre un fenómeno cada vez más extendido: Hay muchos festivales en los que la dotación económica de los premios y las facilidades de cobro son impecables, al menos por nuestra experiencia, pero también hay muchos festivales que hay que “perseguir” durante años para poder cobrar el premio. Si un festival consigue dinero para ser celebrado cada año e invitar a actores y homenajeados, es igualmente justo pagar a los premiados de ediciones anteriores.
Un posible diálogo
Los cortometrajistas consultados también han querido dejar constancia de diversos aspectos que consideran admirables en la labor de los festivales.
Mayi G. Cobo, de Tourmalet: Existen muchos y muy buenos profesionales dentro del mundo de los festivales, gente que cada año lucha por que su festival salga adelante y por buscar nuevas fórmulas para que los espectadores de sus ciudades disfruten de las actividades propuestas y asistan a las proyecciones.
Eduardo Cardoso: Pago por selección o exhibición, avisar que tu corto no ha sido seleccionado, el trato humano de muchos de ellos, la responsabilidad a la hora de proyectar, etc.
Presentación del Festival de Aguilar de Campoo
Álvaro Giménez Sarmiento, director: Valoro mucho los festivales comprometidos, aquellos que siguen una línea editorial fija, sea la que sea, y que no la modifican pese a los cambios políticos. Para mí, Alcine o la Semana del Corto son un paradigma de lo que debe ser un festival: honesto, comprometido, con una programación variada y múltiples actividades paralelas que implican tanto a la ciudadanía como a los profesionales.
También me parecen admirables los festivales que organizan personas anónimas, casi sin dinero público, pero que con esfuerzo y talento ayudan a la contribución del cine. Esos proyectos me parecen dignos de elogio; surgen de algo tan puro y sincero como es el amor al cine.
Los elogios no difuminan las críticas, que podrían resumirse en esta declaración de Eduardo Cardoso: Actualmente me hago esta pregunta: ¿Para qué me sirve enviar mi corto a festivales? Para un corto de perfil medio como mi último trabajo, no para mucho, la verdad. Económicamente no es rentable, ya que no se paga por la exhibición, los premios han adelgazado considerablemente y debes invertir en una distribución nada barata. Punto de encuentro: no existe, porque no puedes permitirte viajar al festival, y cuando viajas te encuentras con muy pocos directores y personas del sector. La mayoría de los festivales no realizan una correcta proyección de tu trabajo. Y respecto a encontrarte con el público, tu misión en el festival dura tres minutos para presentar el corto.
Elena Asins – Génesis de Álvaro Giménez Sarmiento
Una vez establecidos pros y contras, confluencias y divergencias, sólo resta ver hasta qué punto puede producirse el deseado entendimiento, de tal modo que, en un momento dado, no tenga sentido hablar de dos partes diferenciadas, sino de dos ámbitos de trabajo que avanzan en la misma dirección.
Javier Miranda, de Alcances: Planteada así la pregunta, parece que hay una guerra abierta, cosa que no creo. Creo que no hay más remedio que encontrarse. Hoy por hoy, los festivales son salidas naturales de un formato como el corto, que seamos sensatos, no tiene muchas más opciones. Yo creo que todos los implicados nos beneficiamos.
Luis Mariano González, de Alcine: No se trata de dos partes enfrentadas. Llevan conviviendo y retroalimentándose desde hace mucho tiempo. Y hay algo claro: los festivales no existirían sin películas, y sin embargo, las películas pueden existir, y existen, sin necesidad de festivales, por más que haya tipos de cine para los que son importantes los festivales.
Álvaro Giménez Sarmiento: Creo que los festivales y los cineastas están condenados a entenderse. Pero el acercamiento de posturas es muy complicado. La dispersión del sector no ayuda, eso es evidente. Tampoco la crisis económica o la escasa sindicalización de la profesión.
Luis Mariano González: ¿Qué hay en las circunstancias actuales que impida un encuentro entre festivales y cortometrajistas?. Que el momento económico sea el peor de las últimas décadas no impide el diálogo. Siempre es buen momento para hablar.
Carmen Chávez: Debemos hacer un esfuerzo por el encuentro. La crítica constructiva siempre es positiva y necesaria para la mejora y el crecimiento. La actualidad del cine en España exige cambio y adaptación, y los festivales no son una excepción.
Eduardo Cardoso: El problema es que la gestión cultural se entiende como algo unidireccional: el gestor propone y los participantes y los espectadores apenas pueden aportar algo. Sería fantástico que los responsables de los festivales compartieran algunas decisiones y que nos tomaran en cuenta, que nos preguntaran. También a sus espectadores.
De esta forma se podría establecer un diálogo que ahora no existe: unos porque no preguntan y otros porque no se atreven a decir nada. Los cortometrajistas nos podríamos poner en la piel del festival si se nos tuviera más en cuenta, pero de momento eso no ocurre. Abogo por una gestión más participativa.
Premiados en Alcine. A la dcha, Luis Mariano González, director del Festival
Álvaro Giménez Sarmiento: En mi opinión, los catálogos de las comunidades autónomas y las distribuidoras independientes tienen mucho que decir. Concentran un buen porcentaje de los buenos cortometrajes que se mueven durante el año, lo que les daría fuerza para luchar por unas mejores condiciones.
Luis Mariano González: Tal vez se pueda plantear si los festivales deberían ser exactamente lo que los cortometrajistas quieren que sean, si de esta manera serían mejores, más interesantes, etc. O si sería bueno que los cortos fuesen lo que la mayor parte de festivales desean de ellos: más cortos, más divertidos, mas originales o lo que sea.
O, y esto se acerca más a lo que yo pienso, si los cortometrajistas han de trabajar con total libertad para hacer la película que desean hacer y los festivales han de tener total independencia para escoger entre todo lo que hay y hacer una selección rigurosa en función de sus propios criterios y de su, a ser posible, conocimiento de lo que se ha hecho, de lo que se hace, y de las tendencias de cara al futuro.
All comments (0)