Poco a poco, y en tan solo 6 años, Tenerife Shorts ha ido creciendo a base de buen hacer y buen criterio, sobreponiéndose a las numerosas dificultades que puede entrañar su producción. El equipo liderado por José Cabrera Betancort y Andreea Patru, ha sabido consolidar un certamen manejable y condensado, donde conviven propuestas autorales para un público más general, salpicadas con otros filmes que abren brechas hacia nuevas direcciones; sin perder tampoco de vista la interesante producción canaria, que nunca deja de aportar alguna que otra sorpresa cada año, y tampoco al público más joven.
La edición de 2018 confirmó la efectividad de este esquema, concentrando en apenas 4 días un festival repleto de buenos films, y donde el surrealismo de una u otra manera logró imponerse en el palmarés. En la competición internacional, predominantemente compuesta por cortos poco vistos en España en 2018, la producción The men behind the wall se llevó finalmente los laureles del Mejor Cortometraje. Ines Moldavsky, su directora y protagonista, construye en este documental un relato sorprendente que aporta no pocas dosis de originalidad a los films que abordan el conflicto palestino-israelí. Pero sin duda su mayor mérito es conseguir esa distancia con otros films similares con naturalidad y ligereza, siguiendo a la propia directora en un recorrido/ búsqueda por Ramalah, percha de sonido en mano, entrevistando a distintos personajes y capturando los ambientes de la ciudad. Este viaje termina adoptando por momentos un tono casi surrealista y alucinado, que destapa a veces la falta de toda lógica que el conflicto impone en las relaciones entre pueblos vecinos.
Aún más surrealista es la agradable animación Reneepoptosis, de Renee Zhan (EE.UU., Japón, 2018), cinta que se llevó la Mención Especial del Jurado. Otro viaje, otra búsqueda, esta vez más íntima y mística: la protagonista se lanza a una aventura en busca de Dios o de Renee, que es la misma realizadora, adentrándose en los recovecos de su cuerpo y sus fantasías. Ilustrada con un estilo tradicional basado en tinta y acuarela que por momentos se vuelve psicodélico, Reneepoptosis es una de esas sorpresas que ha pasado injustamente desapercibida a lo largo del año.
Por su parte, el público prefirió Vihta, de Francois Bierry (Bélgica, 2018), una simpática tragicomedia poblada por personajes hieráticos: un pequeñísimo grupo de trabajadores que son invitados por la empresa a una jornada de confraternización en un balneario. Sucede, sin embargo, que se trata de un balneario nudista, lo que va a propiciar no pocas situaciones incómodas y también (apoyando la metáfora de desnudar a sus personajes) que salgan a relucir todos los sentimientos, tensiones y frustraciones latentes en el grupo. Sin ser un corto rotundo del todo, no se puede negar que Vitha posee un gran encanto y una enorme habilidad para conquistar al público (como ha quedado patente en el palmarés), pues es capaz de poner un punto de ligereza y humor en el generalmente grave y serio panorama del cine independiente.
Jonay García se alzó con el Premio al Mejor Cortometraje Canario con Las otras camas, un emotivo y eficaz film, que cuenta la historia de una terapeuta sexual y el conflicto que su trabajo le genera en el ámbito doméstico al despertar los celos de su pareja en paro. Jonay García firma aquí el que es su mejor cortometraje hasta la fecha, y entrega un film sencillo, elegante y conciso, sin grandes truculencias, que apunta a un público general, y confía sobre todo en el buen hacer de su protagonista, Sofía M. Privitera.
Por último, el premio al Mejor Cortometraje Familiar fue para la divertida animación sudafricana Belly Flop, de Jeremy Collins y Kelly Dillon, uno de los cortos infantiles más arrebatadores de la temporada.
All comments (0)