Protagonista, la Mujer
Es algo que no admite discusión. La mitad de los cortometrajes de la Sección Oficial de Alcances 2017 venían firmados por mujeres, y aquí no se trataba de una cuestión de cupos o de corrección política, sino de justa proporcionalidad: según las notas del certamen, el 42% de las 300 películas inscritas estaban realizadas por mujeres (imaginamos que en este porcentaje se incluirán las co-realizaciones, pero en cualquier caso es una magnífica noticia). A título personal, podemos añadir que las realizaciones de mujeres finalmente seleccionadas no necesitaban apoyarse en porcentaje alguno: se justificaban por sí mismas. Por no decir que eran, en líneas generales, lo mejor de una selección que, como veremos luego, dejó al descubierto el momento problemático que está atravesando el cortometraje documental español.
La concesión, por parte del Jurado, del Primer Premio y las dos Menciones de Cortometraje a piezas dirigidas por mujeres podría calificarse de algo excesiva, como si fuera más una decisión política que estética, pero en ningún caso desproporcionada. No había rivales que superaran claramente al Mejor Cortometraje, Sub Terrae de Nayra Sanz, y las dos Menciones, No jungle! de Carmen Menéndez y Dies de festa de Clara Martínez Malagelada (también Premio CIMA al Mejor Cortometraje dirigido por una mujer). Con la única excepción del estupendo Gure hormek de Las chicas de Pasaik (pues sí, más mujeres), sobradamente conocido y reconocido por los aficionados. No incidiremos en Sub Terrae, ya comentado en nuestra reseña de DocumentaMadrid. Pero sí en los dos cortos que obtuvieron Mención, y que personalmente, sin ser en absoluto perfectos, contaban entre mis favoritos.

No jungle!, de Carmen Menéndez
No jungle! se sumerge (por no decir ‘se empapa’) en un día crítico para un grupo de refugiados que rehúsan ingresar en la ‘Jungla de Calais’, el campamento provisional que el gobierno francés ha habilitado para ellos, y de la que han llegado noticias de condiciones infrahumanas y violación de derechos humanos. No busquen en No jungle! alardes formales y lingüísticos. No hay. Solo una realizadora que retrata con su cámara los prolegómenos y el enfrentamiento entre los refugiados y la policía, y lo hace con ritmo, sentido del montaje, y sobre todo, implicación real. Este no es uno de esos documentales bienintencionados en los que el director observa un conflicto sangrante desde la barrera para sentirse, falsamente, una persona comprometida con su tiempo. Aquí los planos revelan a una cineasta que se involucra a fondo, que se juega que le caigan unas cuantas hostias, que revela la doblez del gobierno europeo. Un testimonio simple, directo y áspero, verdadero cine político.
De los tres cortos del Palmarés principal, Dies de festa era el más irregular, pero también el que ofrecía el mejor cine de toda la Competición. Se trata del diario de una joven que vuelve en plenas fiestas a Sitges, para intentar reencontrarse con una familia con la que, intuimos, las cosas acabaron bastante mal. Como ya se comentó en la reseña de DocumentaMadrid, Dies de festa se inicia con unos planos al borde de lo ‘amateur’ y una primera parte un tanto dilatada, pero la mala impresión inicial deja paso a estupendas escenas de conversaciones telefónicas entre la joven y sus parientes, en las que la distancia y el dolor familiares cobran, aquí sí, cuerpo.

Dies de festa, de Clara Martínez Malagelada
Y aunque Dies de festa sigue, en líneas generales, las pautas del diario intimista y cotidiano por todos conocido, hay un elemento que multiplica considerablemente sus logros: la joven se gana la vida en Sitges actuando en la calle como estatua viviente de Mary Poppins. Es decir, la institutriz que pone toda su magia al servicio de la unión familiar… mientras ella misma queda automáticamente excluida de esa felicidad. La escena final de Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964), en la que Mary observa con expresión melancólica cómo Jane y Michael Banks se alejan con sus padres para siempre y literalmente pasan de ella, significó para mí, a los siete u ocho años, el descubrimiento de unas cosas llamadas soledad, ingratitud y olvido. Martínez Malagelada graba a su joven Mary Poppins con este espíritu: las imágenes en las que imita la película de Stevenson, y en las que su aislamiento personal contrasta ferozmente con la alegría festiva de Sitges, resultan emocionantes. El plano de cierre, tan real como irreal, absolutamente memorable.
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