¿Dónde situar los límites entre lo real y lo fantástico? ¿Dónde se encuentra la frontera entre la cordura y la locura? Dissonance se enfrenta a estas cuestiones a través de la historia de un músico que vive solo en un mundo esférico y flotante, surreal, un mundo habitado solo por él donde toca un piano cilíndrico en un teatro de diseño y dimensiones sorprendentes, sin que haya nadie que le pueda escuchar. Un mundo interior, animado y fantástico, que un día colapsa, se viene abajo, y la realidad irrumpe para finalmente encontrar el acomodo de la mente del pianista en el hábitat fuera de su mundo imaginario. Aunque no del todo.
El director de este cortometraje de casi 20 minutos, Till Nowak, hace que la realidad y la fantasía se confronten, se combinen, se contrasten, se den la mano e incluso discutan entre ellas. Un diálogo que alterna imágenes reales con imágenes realizadas por ordenador que recorren el sometimiento en que se haya el protagonista de Dissonance, entre la lógica exterior y su lógica interior, y donde solo él parece ser consciente de la existencia de un mundo esférico, de arquitectura tan imponente como inestable, más allá de su vida cotidiana como vagabundo, como habitante marginal, que en realidad solo desea tocar para su hija a quien no tiene permitido visitar.
En este sentido Dissonance está dividido en tres partes. La primera de ellas es completamente animada. Aquí se nos presenta el mundo interior del pianista, el mundo esférico y flotante. En la segunda, el director usa diversas técnicas que ya usara en The Centrifuge Brain Project, al fusionar animación e imágenes reales, como por ejemplo, al mostrar la cabeza del actor Roland Schupp, que interpreta al pianista, reemplazada por una versión animada y agrandada de la misma. En la última parte, la mezcla de fantasía y realidad toma una nueva dimensión, cuando el pianista se decide a dejar su mundo… aunque mostrándose, pensándose a sí mismo, del único modo que puede, que sabe, para perder miedo a la realidad, para mantener el surrealismo fuera del surrealismo, para ubicar la locura dentro de la realidad.
Si hay algo que subrayar en la obra de Till Nowak, es el uso de la arquitectura como elemento importante e integrador. No en vano, el director ha diseñado numerosas instalaciones para edificios, incluyendo el Castel dell’Ovo en Nápoles, la torre de agua en Neumünster y el Osaka Alle en el HafenCity Hamburg. Sus proyectos cinematográficos de animación por ordenador, anteriores a Dissonance, incluyen el cortometraje de animación en 3d ‘Delivery’ y el mockumental The Centrifuge Brain Project, habiendo ganado con ellos más de 60 premios en todo el mundo.
En este nuevo cortometraje que fue estrenado en la Berlinale y que como en anteriores proyectos ha levantado elogios por diferentes festivales, su director y guionista, Till Nowak continúa empeñado en modular, cuando no en manipular, el mundo real usando la técnica digital, medio por el cual consigue cuestionar todo aquello que nos rodea, haciendo que la animación 3D y las imágenes reales sean uno y su contraste no sea tenido como un ‘truco’, una exhibición superflua, un alarde técnico, una forzada puesta en escena de un particular estilo, sino que su uso combinado permite verlo como la única forma de llegar al punto donde el autor nos muestra las preguntas y las respuestas de la historia. Una historia envolvente, de seriedad sonriente y sonrisa incierta, de drama y esperanza, de sorprendente diseño de un mundo imaginario al servicio de la narrativa, un cuento con alma de documento que interpreta la locura, y una locura que al ser mostrada también puede interpretar la realidad, la realidad fuera del surrealismo, y el surrealismo que siempre cabe en nuestra realidad.
Dissonance nos deja un buen sabor de boca y sin embargo no tiene nada de inocente. No hay condescendencia. Es un cortometraje inteligente con un continente y un contenido bien diseñados que le permite vislumbrar un horizonte de premios a lo largo del año que resta y de lo que vendrá, en 2016. De momento ha conseguido, entre otros, la Nominación al Mejor Cortometraje Europeo en Berlín, o el Primer Premio en el Aspen Shortfest y en el Anima Mundi de Brasil. Seguro que no son los últimos.
All comments (0)