El Festival de San Sebastián siempre ha sabido guardar un difícil equilibrio entre la cinefilia y la repercusión mediática, y en esa línea resultaba complicado incluir el Cortometraje en las secciones mayores (en el Encuentro de Estudiantes siempre ha estado presente). Pero en esta edición 2016 José Luis Rebordinos, director del Festival, ha apostado por una iniciativa si no totalmente original sí bastante arriesgada: hacer competitiva la sección Zabaltegi-Tabakalera… sin distinción de metraje, lo cual ha permitido la participación de bastantes cortometrajes.
Lo cierto es que la selección de cortometrajes de Zabaltegi se ha revelado bastante deudora de la tradición del Zinemaldia: trabajos breves de cineastas ya consagrados en el largometraje, episodios de largometrajes colectivos y algunos cortometrajes del catálogo vasco Kimuak 2016. De acuerdo, no podemos pedir lo mismo que en un certamen de cortometrajes al uso, pero es evidente que queda bastante por hacer. En cualquier caso hay que aplaudir esta nueva dirección de Zabaltegi: sin duda es una de las decisiones más acertadas y realmente modernas de la historia reciente del Festival.
Así, el Premio Zabaltegi-Tabakalera ha correspondido a un largometraje documental, Eat that question: Frank Zappa in his own words (huelga decir que apetece mucho verlo), pero a su vez ha habido una Mención Especial para La disco resplandece, el nuevo cortometraje de Chema García Ibarra, episodio del largometraje colectivo In the same garden (entre cuyos directores figuran algunos tan notables como Adrian Sitaru), dedicado de modo más bien libre a la convivencia entre turcos y armenios.
La disco resplandece merece un comentario más pausado del que aquí podemos darle, y Cortosfera se ocupará de él en las próximas semanas. De momento, diremos que García Ibarra sigue rodando la vida cotidiana como si fuera ciencia-ficción, y sin embargo no es en absoluto lo mismo que Protopartículas o Misterio. La disco muestra la escapada nocturna de unos jóvenes de un pueblo alicantino, de procedencia turca y armenia, que deciden colarse en una discoteca abandonada para disfrutar del reggaeton… Mientras, el director les graba como si estuviera grabando La fuga de Logan.
La disco resplandece se sitúa en medio de todo: entre la realidad y la fantasía, entre el aparente desaliño y el detallismo escenográfico, entre el humor gamberro y el lirismo, entre el festivaleo intelectual y el cine más popular. García Ibarra cada vez recuerda más a su admirado Santiago Lorenzo, aunque Lorenzo es Lorenzo y García Ibarra es García Ibarra.
Zabaltegi también aprovechó para difundir el cortometraje autóctono: dos trabajos del catálogo vasco Kimuak concursaban en la sección. Una decisión que se antoja un tanto chauvinista, pero que este año estuvo a la altura de las circunstancias. Porque Kimuak 2016 es probablemente la mejor carpeta de cortometrajes que ha presentado la distribuidora en años, y los dos trabajos presentados eran competidores más que dignos: Caminan, nueva propuesta de Mikel Rueda (Agua!) en torno a una situación única (un joven y una mujer madura quedan en un descampado para llevar a cabo una actividad, digamos, ilícita) conducida con notable sentido de la tensión y la atmósfera; y Gure Hormek, probablemente la mejor pieza realizada por el colectivo Las chicas de Pasaik, cine feminista auténticamente creativo, en el que la historia de las mujeres de la familia se cuenta a través de su relación… con paredes. Parece un despropósito, pero el resultado es emocionante: otro corto al que habrá que volver.
Asimismo, Zabaltegi dedicó espacio a las obras breves de primeras figuras del cine internacional. Ya dedicamos una reseña a Sarah Winchester: Opéra Fantôme (Francia), intrigante exploración de Bertrand Bonello en el carácter fantasmagórico que le brinda un personaje tan fascinante como la viuda del mayor fabricante de rifles de la historia; y también se presentó The hedonists (China), drama de Jia Zhang-Ke alrededor de varios mineros del carbón de Shanxi que están en paro y buscan trabajo. Y al borde del largometraje (60 minutos) se situó The Illinois Parables (EEUU), nuevo documental experimental de Deborah Stratman, que ya pudo verse en Vila do Conde.
Hasta aquí Zabaltegi, pero como siempre hubo cortometrajes en el Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine, que reúne trabajos de escuelas audiovisuales de todo el mundo. El Encuentro otorga dos premios, los Panavision y los Orona.
Los Premios Panavision, que distinguen a los cortos favoritos de los estudiantes de las diversas escuelas, fueron concedidos a cortos que ya habían concursado en Locarno 2016: Premio Panavision para Étage X de Francy Fabritz, auspiciado por el Berlin Film Conservatory (Alemania); y Mención para Umpire de Leonardo Van Dijl, del LUCA School of Arts (Bélgica).
Los Premios Orona, que apuestan por la innovación, recayeron en trabajos latinoamericanos, dejando constancia una vez más del interés que despierta actualmente el corto de la Región: Premio Orona para el ya ampliamente reconocido 24ᴼ 51′ Latitud Norte de Carlos Lenin Treviño, procedente del CUEC-UNAM (México), y Mención para A quien corresponda de Valeria Fernández, de la Universidad del Cine (Argentina).
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