Esta edición del Festival de Sundance se ha caracterizado por una extraña sensación de ‘melting-pot’ en su Palmarés. Expliquémonos: la mayoría de los cortos premiados son de nacionalidad estadounidense, pero sus directores proceden de países de lo más variopinto, y tratan temas relacionados con sus culturas respectivas. Pero el resultado es un Palmarés solo relativamente multicultural, porque en muchos de los trabajos pesa la impronta de la mentalidad USA.
El Gran Premio del Jurado al Mejor Cortometraje podría constituir la excepción. Ha recaído en un corto sirio-libanés, Aziza de Soudade Kaadan, director que ya había debutado en el largometraje con The day I lost my shadow. Como era de esperar trata el tema de los refugiados sirios, pero la novedad estriba en su tratamiento de comedia negra. Sundance debe ser uno de los escasos grandes certámenes que se atreve a otorgar su premio mayor a una comedia. Nota curiosa: si no hemos oído mal, en el trailer de Aziza se escucha la sintonía de Inspector Gadget.
En el reparto de premios por géneros, la Mejor Animación ha correspondido a Reneepoptosis de la chino-estadounidense Renee Zhan. Zhan afirma que le gusta llevar vestidos bonitos y hacer películas feas. Una afirmación discutible, a tenor de la delicada estilización que se adivina en esta fantasía personal, en la que tres Renees buscan a la Renee definitiva para, suponemos, encontrarse a sí mismas. Mejor Ficción para Dunya’s day de la saudí-estadounidense Raed Alsemari. Otra comedia, ya que Alsemari pretende huir de la imagen estereotipada de la mujer árabe víctima o santa, y en su lugar presenta una joven de clase alta y un tanto histérica, dispuesta a que todo salga bien en su fiesta de graduación, retrato satírico que la directora lleva a cabo con tanta mala uva como admiración mal disimulada (Dunya es un poco Scarlett O’Hara, para entendernos). Y Mejor Documental para Ghosts of Sugar Land del árabe-estadounidense Bassam Tariq, en el que un grupo de musulmanes texanos comentan la historia de uno de ellos, desaparecido, posiblemente por haberse unido a ISIS.
El Premio al Mejor Corto USA de Ficción estaba dirigido por una mexicana: Green de Suzanne Andrews Correa, en el que un bici-taxista turco sin papeles atrae involuntariamente la atención de la policía sobre sí mismo y sobre toda su comunidad. Premio Especial del Jurado a la Mejor Dirección ex-aequo para Alexandra Lazarovich por Fast horse, relato sobre un jinete que participa en el peligroso Indian Relay, concurso de carreras de caballos a pelo, y Robert Machoian por The minors, que reproduce un fragmento de vida entre un abuelo y sus nietos, el futuro y el pasado.
De todos modos, nos gustaría mencionar al cortometraje español que compitió en la Sección Oficial: Adalamadrina, más que simpática pieza de Carlota Oms realizada como práctica fin de carrera de la ESCAC. En primera instancia parece una especie de versión en clave de comedia de Cerdita, a raíz del protagonismo de una joven obesa y de su relación con su cuerpo. Pero en esta ocasión el discurso no está en primer término, y en su lugar Oms desarrolla el retrato verista y totalmente desidealizado de una joven por eso mismo muy fácil de querer, descrita con planos largos, crudos, que no hacen sino subrayar el humor o el absurdo de las situaciones en las que se mete nuestra heroína para conseguir su objetivo: que su soñado y gomoso instructor de gimnasia le chupe una teta.
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