La lluvia que cae es también la estela del desplazamiento de las nubes. Así dibuja un autista, es otra mirada, una mirada que canturrea, que siente la realidad de otro modo, y por ello la representa de otra manera. Es un autista que protagoniza Conversando con Federico (2013), uno de los cortometrajes del cineasta canario David Pantaleón, quien contempla esa otra mirada, y cómo se manifiesta, cómo representa, a través de sus dibujos. Y registra su canturreo, primero no sincronizado con la imagen, después sincronizado. Porque su música, su forma de cantar y mirar la realidad es otra, y Pantaleón busca esa otra mirada que evidencie, cuando menos, que la realidad, tal como la concebimos, y configuramos, quizá no esté sincronizada, quizá sea de cartón piedra, una realidad instituida que no tiene que ver con lo real en su despliegue espontáneo, natural, sin códigos que la conviertan en cartón piedra (los límites en los que aprisionamos lo real con nuestros códigos de circulación o representación). Por eso, Pantaleón realizó una ‘trilogía del cartón’, Fondo o forma (2011), A lo oscuro más seguro (2013) y La pasión de Judas (2014), con la colaboración inestimable de Laura Millán en el diseño de los cartones, y en la que sus protagonistas no son retardados ni deficientes mentales, sino otras miradas.
La pasión de Judas
El cine de Pantaleón evidencia que quizá nuestra sincronización, o conocimiento de la realidad, sea insuficiente, inconsistente, o un tanto arrogante, por su tendencia a ser impositiva, y plantea otras posibles sincronizaciones, otros posibles ajustes de miradas. Por eso, su cine se despliega a través de una diversidad de tratamientos y enfoques, otros ángulos con los que quizá se sorprendan los inadvertidos nexos de la realidad, o incluso se establezcan, se forjen, porque no estaban ya ahí meramente dispuestos a la espera de nuestro ojo de cartón, esa mirada resorte, inercial, concluyente, ajena a lo otro y al otro, que el cine de Pantaleón desmonta y revela en su arbitrio, sea cuadrado o redondo (como los contendientes con cabezas de cartón cuadrado y redondo en Fondo o forma), porque aunque queramos afirmarnos en esas superficiales diferencias de identidad o dogma, se ve igual con la perspectiva redonda o cuadrada (como sustancialmente nos parecemos tras las banderas, los uniformes o cualquier símbolo de pertenencia y seña de identidad); como ciego es quien se dedica a la caza de animales porque los ve como si fueran de cartón (A lo oscuro más seguro), así como toda liturgia de cualquier credo religioso es la representación de una mirada de cartón (La pasión de Judas).
Hibernando
En su universo, por ejemplo en Hibernando (2011), entre camiones de helados se escurre la fisura de un zapateado de flamenco. Y en nuestra mirada se arquea la interrogante perpleja. Por eso, en su narrativa, se escancian primero los fragmentos aún sin sincronizar, sin vincular, deja germinar la fisura de la incertidumbre y se proyecta un provisional suspense, hasta que establece la sincronización, la vinculación: Quien montó ese negocio fue en su juventud bailarín de flamenco (¿Quién a partir de un camión de helado puede pensar en el flamenco?: la realidad tiene esos asombrosos nexos). En su universo, por ejemplo, en Apostasía (2010), un sacerdote (‘El perejil’) sube en ascensor, y después por unas escaleras (hay laberintos, imprevistos recorridos, como bien indicaba Escher en su obra pictórica con sus múltiples direcciones y ángulos), y en el ático danza, se rasga las vestiduras y se desnuda: confesión y liberación. El canto y baile como celebración, otra forma de representar y relacionarse con la realidad.
‘Rasgarse las vestiduras’, precisamente, es uno de los modismos representados en Modismos 3D (2010), donde dos actores, un hombre y una mujer, dan cuerpo, representación, a las frases hechas. Funcionamos con frases hechas, y nos olvidamos de lo que es, de lo real. No nos preguntamos qué hay antes del nombre, antes de una realidad de frases hechas. De nuevo, primero la acción, que suscita nuestro arqueo de cejas, nuestra perplejidad: la mirada trastocada, en dos dimensiones, aunque filtradas, o distorsionadas, por el borroso efecto de las tres dimensiones, como la realidad y su representación y las frases hechas o comunes son artificios (filtros, distorsiones) de una realidad que resulta difícil de revelar, discernir, en su naturaleza genuina. Al final, sincronización entre actos y conceptos: un listado de las frases que se han representado (hacer el indio, mamar de la teta….).
Perro rojo
Por lo tanto, la orientación, siempre después. Primero, el viaje. Pero el viaje puede enfocarse desde diversos ángulos. En el principio la desorientación, la mirada que explora, que se interroga sobre cómo enfoca. Un viaje a otro planeta que resulte habitable, ya que la Tierra tiene los días contados, es también un viaje en el espejo. Cuando en Destino (2010) se concluye que la culpa viaja más rápido que la luz se está reflejando que en nuestra realidad, y en esa otra que pudiera darse, siempre hay quienes intentan aprovecharse de su ventaja. Ensayo, poesía, desmenuzamiento de los rasgos de una ficción: otra breve fábula de ciencia ficción: Perro rojo (2009): de nuevo, el apocalipsis como telón de fondo: un monstruo en fuera de campo, los residuos del desatino humano que nos convierte en seres impedidos. Los personajes hablan en ruso como si surgieran de una fábula cinematográfica rusa de sabor telúrico desesperado y existencialismo fronterizo.
Fuera de campo, desajuste, la singularización del sonido. Tres dimensiones en el cine de Pantaleón que adquieren su más depurada, y excelsa, manifestación en su más extenso cortometraje, rodado en Berlín, Belanglos (2009). Lo que no se ve o lo que se ve de otro modo, lo que se altera (una sotana es un cuerpo desnudo, la lluvia es una estela…). La realidad como fragmentos que nos esforzamos por hilvanar para alcanzar una visión de conjunto. O cómo lo visible es engaño, perspectiva insuficiente, escurridiza, para comprender lo real bajo las superficies de la apariencias. Lo que no escuchamos con la suficiente atención: en el cine de Pantaleón el diseño de sonido adquiere una relevancia fundamental, soberana (¿cómo nos relacionamos con lo real?). Belanglos está orquestado a través de una planificación fragmentada, planos detalles de objetos, de acciones.
Belanglos
¿Y los nexos?¿Qué une a los tres personajes protagonistas?¿Por qué dos de esos personajes actuarán de ese modo tan cruel con el tercero? ¿Cómo son esos dos personajes? En la narración parecen faltar los nexos, no se logra entrever lo que vinculará a los tres personajes hasta la última secuencia, porque resulta difícil discernir en una realidad deshilachada, desajustada, difusa, en la que prima la oscuridad, la falta de enfoque y la desorientación de unos personajes que transitan la superficie de la realidad, con sus rutinas y rituales cotidianos, y la rompen, agreden, con una acción violenta que refleja un vacío, la degradación interior de unas vidas que se dedican a golpear una pelota frente a una pared en su vida, y necesitan tener fugas que les hagan sentir que no son meras funciones atrapadas en ese mecanismo de vida. Fugas en las que infligir daño se convierte en la espita necesaria que libere su frustración, como si subvirtieran, por un instante, un sistema, una rutina, que es prisión, como si se rasgaran las vestiduras cuando aún las ajustan más, como un blindaje, como si hicieran de la lluvia una estela cuando sus miradas no son sino de cartón, como si viajaran a años luz sin sentir culpa cuando acrecientan su atasco vital en callejones oscuros donde dan rienda suelta a su bestia ciega de cazador, como si no fueran otros de tantos monstruos en un túnel de realidad que nos ha convertido en impedidos, o han convertido a otros en impedidos, indigentes que viven entre cartones en la calle, espejo de unas carencias y limitaciones que debe ser borrado, negado, porque hay que sentirse afirmado, inmune, aunque la realidad se esté desmoronando o esté corrompida y sea una realidad de desguace que consume lentamente como una pelota que se golpea una y otra vez contra una pared.
Belanglos
Hay que afirmarse en la propia mirada de cartón, sea cuadrada o redonda, y esa afirmación se constituye sobre una negación de realidad. Por eso, lo que no encaja, lo que no quieres ver en otro como posible reflejo de lo que pudieras ser, lo que no quieres asumir que genera la realidad de cartón piedra de la que formas parte golpeando una y otra vez la misma pelota sobre la misma pared, se quema y se destruye. Crees que son otros cartones, pero son los deshechos de lo que eres.
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