Al igual que en DocumentaMadrid, el Palmarés de Alcances 2018 (poco menos que indiscutible, y muy similar al de Documenta) ha recaído exclusivamente en manos femeninas. Una noticia que, se dice, es el mejor indicio del excelente estado de salud del corto documental español realizado por mujeres. Ahora bien, es la única buena noticia que podemos anunciar, porque la euforia generalizada está enmascarando una situación global un tanto desconcertante.
En Alcances había una diferencia de calidad excesiva entre los cortos del Palmarés y los del resto de la selección: los primeros eran, con escasas excepciones, notablemente mejores que los segundos. Lo que quiere decir que 2018 ha proporcionado algunos títulos estupendos (y si había otros no programados en Alcances, yo no los he visto; solo eché de menos *En lugar de nada de Brenda Boyer), pero el balance general del resto de trabajos es, digamos, bastante menos atractivo. De todos modos intentemos dejar el mejor sabor de boca sin faltar a la verdad: empecemos con lo menos bueno y terminemos con lo bueno.
Un nuevo academicismo
Si atendemos al nivel global, el corto documental español parece atrapado por el modelo estético que tanto ha defendido. El documental de creación (impulsado, sobre todo, por las Universidades) ha acabado creando un lenguaje tan o más académico que el lenguaje del documental convencional. Sería pretencioso describir ese nuevo arquetipo, pero creo que todo el mundo lo reconoce cuando lo ve (solo citaré algunas claves: conceptos como ‘observacional’, ‘antropológico’ y ‘contemplativo’; planos fijos sistemáticamente largos y sostenidos; acusada gravedad en el tono, con uso y abuso de citas cultas y títulos demasiado literarios; predominio de lo cerebral sobre lo emocional…) Por supuesto, pocos títulos cumplen este arquetipo a rajatabla, pero muchos tienden hacia él, y muy pocos se libran de su influencia.
Afortunadamente algunos consiguen sacarle partido, ofreciendo obras con personalidad propia a partir del nuevo modelo estándar. Y los mejores (que en casi todos los casos coinciden con los cortos premiados) parecen querer escapar de él. Hablemos, pues, de superaciones y de fugas.
Lo mejor, las mujeres y el sentido lúdico
Casi todos los títulos del Palmarés ya han sido comentados anteriormente en Cortosfera, así que nos remitiremos a nuestras reseñas anteriores. Por cierto, no solo todos ellos estaban dirigidos por mujeres. También tenían en común su sentido lúdico, su capacidad para juguetear con el lenguaje del documental.
Como era de esperar, Wan Xia y Galatée a l’infini impusieron su reinado. Wan Xia: la última luz del atardecer de Silvia Rey Canudo, Caracola al Mejor Cortometraje, no solo se zafa de cualquier arquetipo sino que parece ir a contracorriente: su retrato de la comunidad china de Usera abraza abiertamente el artificio; introduce apuntes fantásticos y humorísticos; una planificación que rehúye el esteticismo; hay off, pero también personas entrevistadas por otras personas y dramatizaciones ficcionadas… En Wan Xia, Silvia Rey juega con el lenguaje documental con la misma imaginación y frescura que un niño juega con plastilinas de colores. Wan Xia no se parece en nada al documental que se está haciendo, y puede que ahí resida buena parte de su, en cualquier caso, merecido éxito.

Wan xia, la última luz del atardecer, de Silvia Rey Canudo
Probablemente el documental de archivo es el que más consigue escabullirse del nuevo modelo académico. Y no queda ni rastro de este en Galatée a l’infini de Julia Maura, Mª Ángela Pluchino, Ambra Riejnen, María Chatzi y Fátima Sánchez Rojas, Mención Especial ex – aequo y para mí el mejor corto documental de la temporada. Es posible que su propuesta abiertamente feminista acabe perdiendo virulencia con el tiempo, pero dudo que ocurra lo mismo con su energía arrolladora, su desbordante inventiva, o su capacidad para dar vida y forma a un soberbio trabajo de archivo que redimensiona con especial gracia el mito de Pigmalión y Galatea.
El Mejor Mediometraje, Mikele de Ekhiñe Etxeberria, conquista al espectador por diversos motivos, pero además posee un preciado don difícil de encontrar en los festivales de documental: ligereza. Imposible no caer rendido ante este retrato de una adolescente transexual, que vive en un pueblo vasco protegida por su entorno y, sobre todo, sus amigas, bajo siete llaves. Llama la atención su sorprendente melancolía: aunque el mundo que rodea a Mikele es, en líneas generales, espontáneo, feliz y hasta idílico, sobrevuela la sensación de que es una felicidad efímera, cuyo encanto se deshará en el momento en que abandone el pueblo en el que ha crecido y ha sido querida.
Este apartado quedaría incompleto sin las otras dos obras que hubieran merecido figurar en el Palmarés: Mot de pas: Fajara y La cosa vuestra (este último solo obtuvo un premio de distribución).
El sentido lúdico se deja notar en Mot de pas: Fajara de Séverine Sajous y Patricia Sánchez Mora, uno de los mejores cortos sobre refugiados realizados en España. Partiendo de un planteamiento mil y una veces visto, Fajara se reviste de personalidad gracias a un par de ideas espléndidas, singulares y bien ejecutadas. Una es la grabación de la Jungla de Calais en planos nocturnos, que impregnan todo de un aura fantasmagórica. La otra logra algo sorprendente: a partir de una premisa intelectual (nada menos que una digresión sobre el lenguaje y su manipulación en medio de una historia sobre refugiados) desemboca con naturalidad en un desenlace emocional, y emocionante.
Por otro lado, la archivera María Cañas regresa con el mediometraje La cosa vuestra, visión de los Sanfermines como un rito embrutecido y embrutecedor, enfangado en un machismo neolítico. La cosa vuestra es inconfundiblemente Cañas desde el minuto uno: ingeniosa, incontinente, salvajemente política, inevitablemente irregular, terriblemente divertida y divertidamente terrible, a veces agotadora, a veces genial. En fin, risastencia pura. Que nadie diga que no sabe lo que va a ver. En cualquier caso, contemplar un documental de Cañas es algo que asocio a la idea de Disfrutar. Pocos documentalistas podrían decir eso.
All comments (0)